Alla Pugachova, letra de Marina Tsvetáeva
Lazo a distancia
Un poco de zumo en el fondo de un brick algo anciano. Tazas como pirámides por toda la habitación. El libro más querido resignado a ser posavasos. Olor a naranja y café. Varias fotos en la pared aunque odie las fotos. ¿Qué falta? Para eso está la noche.
Nan Goldin
despertaba sin darse cuenta en el hilo de escarcha
que delimita el sueño de la madrugada
abría los ojos a la luz de septiembre apoyaba
finalmente la cara en los empañados cristales sentía
la lluvia menuda diluir los pasos de ayer por las calles
se vestía lentamente con el vicio de la memoria
y salía por la ciudad para enfrentarse a una nueva
[noche
se pintaba la cara y las manos como las putas
en Bousbir o en Alejandría vagaba
por el calor de las calles compraba nueces queso
[fresco
pan algo de miel
hablaba con los vendedores de alfombras
proyectaba viajes
sabiendo que ni siquiera le abriría la puerta
a quien nos viniese a visitar
al paso regular de los trenes
el cuerpo se estremecía en el suelo de madera
dejaba que la cabeza pendiera fuera de la máscara
y poco a poco
releía lo que había escrito en el ácido de la noche
se observaba
oía el hablar misterioso y tenso de los nervios
por donde ascendía el deseo de asesinarme
ese terror silencioso
de quien sabe envejecer solo
sin que del cuerpo haya entrevisto nunca felicidad
[alguna
«5» – Al Berto ( Una existencia de papel, 1993)
Óyelos llover.

Jerry Freeman, 50, from Haines City, Florida.
Michael O’Brien (fotografías de «Hard Ground» con poemas de Tom Waits)
Once when the lawn was a golden green
and the marbled moonlit trees rose like fresh memorials
in the scented air, and the whole contryside pulsed
with the chirr and murmur of insects, I lay in the grass,
feeling the great distances open above me, and wondered
what I would become and where I would find myself,
and though I barely existed, I felt for an instant
that the vast star-clustered sky was mine, and I heard
my name as if for the first time, heard the way
on hears the wind or the rain, but faint and far off
as though it belonged not to me but to the silence
from which it had come and to which it would go.
«My name» – Mark Strand
Una vez, cuando la hierba era de un verde dorado
y a la luz de la luna los árboles policromos se erguían como
monumentos fúnebres recientes
en el aire perfumado, y todo el campo latía
con el chirrido y murmullo de los insectos, yo estaba
tumbado sobre la hierba,
mientras sentía cómo las grandes distancias se abrían sobre
mí y me preguntaba
qué llegaría a ser y dónde me encontraría a mí mismo
y, aunque apenas existía, durante un momento sentí
que el vasto cielo cuajado de estrellas era mío, y oí
mi nombre como si lo oyera por primera vez, lo oí a la
manera
en que oímos el vieno o la lluvia, pero tenue y lejano,
como si no me perteneciera a mí, sino al silencio
del que había venido y al que regresaría.
«Mi nombre» – Mark Strand (Hombre y camello. Poemas,2006)
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«Martha» – Tom Waits (Closing Time, 1973)
Desde la diferencia.
A veces ayuda fingir valentía y convencerse de que lo único que ha cambiado son las tazas de café. Llega un momento en el que tu propia historia te aburre de tanto manosearla y te guardas para tí el dudoso poder de dejar a alguien perplejo. Sospecho que el mar tiene algo que ver, no por poder tocarlo sino por saber que simplemente está. Y así con todo.
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«Tired» – Adele (19)
Habíamos quedado en repetirnos.
Gordon Matta Clark
«Ella tenía en las manos un horrible ramo de flores preocupantemente amarillas. No sé cómo demonios se llaman pero por alguna razón son las primeras que aparecen en Moscú. Esas flores se veían muy bien en contraste con su abrigo negro. ¡Llevaba flores amarillas! Un color muy desagradable. Ella giró la esquina de Tverskiy y miró hacia atrás. ¿Conoce Tverskiy? Por allí pasan miles de personas pero le juro que ella sólo me vió a mí y miró ya no con preocupación pero incluso con cierta tristeza. Y me fascinó no tanto su belleza como esa increíble soledad que había en sus ojos.
Sometiéndome a esa señal amarilla también giré la esquina y seguí sus pasos. Caminabamos por la torcida y triste calle sin dirigirnos la palabra pero yo por un lado de la acera y ella por el otro. Imagínese, no había nadie en toda la calle. Yo sufría porque tenía la sensación de que tenía que hablar con ella como fuera y me preocupaba el no ser capaz de pronunciar una palabra y entonces ella se iría y nunca la volvería a ver.
Y, figúrese, de repente habló ella:
-¿Le gustan mis flores?
Me acuerdo perfectamente de cómo sonó su voz: baja y a ratos rota y de cómo, y aunque parezca tonto, me pareció que el eco sonó por la calle golpeando la sucia pared amarilla. Rápidamente me pasé a su lado de la acera y contesté:
-No.
Ella me miró sorprendida y, de repente y de forma completamente repentina, comprendí que ¡toda la vida había amado justo a esa mujer! ¿Parece una broma no? ¿Usted dirá que estoy loco verdad?».
«Maestro y Margarita» – Mijaíl Bulgakov Traducción Anastasia K,
Perme(abilidad)
Como en los libros: la luna,
el otoño y los ciervos.
Suavemente trabaja el picamaderos
porque le fue imposible al verdor.
Vas abierto de par en par
y, sin embargo, eres de pronto abatido
por la gigantesca realidad de las cosas
que fueron soñadas.
«Como en los libros» – Vladimir Holan (Pero existe la música,1996)
Mark Chagall
La felicidad no existe en un corazón repleto…
Ya que precisamente cuando
el humoso alcance del gozo se deja oír hasta los huecos
reflejos del duelo,
el pensamiento desea una tumba a las columnas.
Si realmente fluye el agua,
la calma libre y conciliadora
está apenas en reposo.
¿Y el poeta? Mira, se va,
se va, como ya no existente, a otra parte
si debe estar aquí todavía.
«Leyendo las cartas de Shelley» – Vladimir Holan (Pero existe la música,1996)
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«The Bed» – Lou Reed
Abril
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| Franco Fontana |
Como si no…
Barajar caras y sus historias, hacer como que escuchas y saber disimular, quedarte con mucho y restarle importancia. Decir algo, arrepentirte, decirlo de nuevo y entenderlo.
J.D. Salinger
Recuerdo con horror nuestro pacto:
amor era también dejar en paz.
El que ama no puede definir,
meter al otro en su expectativa
o en la imagen de algo que ha ocurrido
y exigir que ocurra de nuevo.
El dedo que crea los labios del otro
no puede escribirlos
en su idea preconcebida. Evidente.
Pero ahora tienes que darme los rasgos
con los que estás familiarizado. Sólo lo que tú sabes de mí
puede retenerme aquí.
No me dejes en paz para que me transforme
en algo que ninguno de los dos ha previsto.
Sujétame con palabras que me conocen.
Kjell Espmark (Voces sin tumba, 2005 Traducción Francisco J. Uriz)
Reóforo
Sonia Squicciarini
Para Kees Verheul
Holanda es un país plano
que pasa al fin y al cabo al mar,
ese que después de todo es Holanda.
Los peces no pescados
charlan entre ellos en holandés,
convencidos de que su libertad
es una mezcla entre litografía y encaje.
En Holanda no se puede
subir montañas,morir de sed
aún más difícil dejar huella
yéndote de casa en bicicleta
y a nado más todavía.
Los recuerdos son Holanda.
Y no se pueden retener
con ninguna presa.
En este sentido llevo viviendo
en Holanda mucho más tiempo
que las olas locales
que ruedan al horizonte
sin código postal.
Igual que estas líneas.
Joseph Brodsky de «Carta al oasis» Traducción Anastasia K.
A lo Thaler.
Elliott Erwitt
se sumergen a proa del
beso, el cuerpo de ellos
mutilando el de ellas como
un animal afligido, ellas
estrechas en la cama, apenas
un puñado de víveres, la
sangre iluminando las
sábanas y las manos excavadas
en el pecho, ellas malignas,
llenas de gracia
casi evaporan con los
ríos, y caen de las
nubes repartidas
sobre los hombres con
una voracidad aterradora
y ellos son las larvas
alojadas en el sexo ocre
que ellas traen, devorándoles
la miga para volverse
los predadores meticulosamente creados
a la medida del miedo de ellas
valer hugo mãe (Folclore íntimo, 2011)
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«Knives out» – Radiohead









