Imaginemos.


Harry Houdini (1874 – 1926)

Sí; a veces el pensamiento más disparatado, la idea más imposible se apodera de nosotros con tal fuerza que acabamos por creerla realizable…
Más todavía : si esa idea se asocia a un deseo violento, apasionado, en ocasiones la acepta uno como algo fatal, necesario, impuesto por el destino, como algo que no puede por menos que suceder. Es posible que medie en ello alguna coincidencia de presentimientos, un inusitado esfuerzo de la voluntad, una autointoxicación de la propia fantasía o algo por el estilo, no lo sé; pero aquella noche, que jamás olvidaré en mi vida, hubo de sucederme algo prodigioso. Aunque se explica perfectamente por la aritmética, sin embargo sigue siendo para mí algo prodigioso.
(…)
El juego se da, por ejemplo, rojo, y sigue saliendo durante diez y hasta quince veces seguidas. Anteayer mismo oí decir que durante la semana pasada el rojo se dio veintidós veces consecutivas. Era el hecho sin precedentes en la ruleta, y lo contaban con asombro.
Como se comprende, todos abandonaron en seguida el rojo y hasta pasadas diez vueltas, por ejemplo, casi nadie se atrevió a apostar por él. Pero los jugadores expertos tampoco apuestan al negro, el color contrario. El jugador experto sabe lo que significa ese «capricho de la suerte». Parece, por ejemplo, que después de dieciséis veces seguidas de salir el rojo, la número diecisiete debería corresponder al negro. Así piensan los expertos, que duplican y triplican en masa sus posturas y pierden de un modo terribe.
En cuanto a mí, movido por un extraño capricho, al advertir que el rojo había salido siete veces seguidas, me aferré a él con toda intención. Estaba persuadido de que esto se debía en gran parte al amor propio; quería asombrar a los presentes con aquel riesgo insensato,y – ¡oh, extraña sensación! – recuerdo perfectamente que, en efecto, sin que interviniera para nada el amor propio, me acometió de pronto una espantosa ansia de correr el peligro. Es posible que al pasar por tantas sensaciones el alma no se sacie, sino que se irrite con ellas y exija más todavía, sensaciones más y más fuertes, hasta el agotamiento total.

«El jugador [Игрок, Igrok]» – Fiódor Dostoievski, 1867

Apuntes para el futuro.


Stalin,Roosevelt y Churchill en Yalta(1945)

Si el arte enseña algo ( al artista en primer lugar) es a apreciar la individualidad de la existencia del ser humano. Siendo la más antigua ( y la más directa) forma de individualidad, el arte, queriendo o no, premia en un hombre precisamente su sentimiento de individualidad, particularidad y singularidad, transformándolo de un animal social a un individuo. Muchas cosas se pueden dividir: el pan, el lecho, las convicciones, a tu amada, pero no un poema, digamos de Rainer Maria Rilke. Las obras de arte – particularmente las literarias y concretamente las poéticas – se dirigen al hombre “tet-a-tet”, creando una comunicación directa, sin terceras personas. Precisamente por ese motivo, muchos de los cuidadores del bien general, dueños de las masas y preocupados por la necesidad histórica, no gustan mucho del arte en general, de la literatura en particular y de la poesía en concreto. Ocurre esto ya que por donde ha pasado el arte, donde se ha leído un poema, ellos descubren que en lugar del esperado consenso y unanimidad, existen discrepancias e indiferencia, en lugar de deseos de actuar, descubren la falta de atención y el asco. Dicho de otra forma: a los ceros con los que los cuidadores del bien general y los dueños de las masas desean operar, el arte les añade puntos, puntos y comas y guiones, convirtiendo cada cero en una cara humana, aunque esta no siempre sea del todo atractiva.
(…)
La filosofía de un gobierno, su ética, sin hablar ya de su estética, es siempre “el ayer”; la lengua, la literatura, siempre “el hoy” y, muy frecuentemente sobre todo dependiendo de lo ortodoxo que es uno u otro sistema político, incluso es “el mañana”. Uno de los méritos de la literatura consiste en eso: ayuda al ser humano a fijar el tiempo de su existencia, a distinguir a sí mismo entre la multitud de sus predecesores, a evitar la tautología o lo que es lo mismo, evitar convertirse en una “víctima de la historia”. El arte en general y la literatura en particular, es maravillosa y distinta de la vida real precisamente por eso, porque huye de la repetición. En la vida cotidiana, puedes contar el mismo chiste varias veces y varias veces causará carcajadas, convierténdote en el alma de una fiesta. En literatura ese tipo de conducta se denomina “cliché”.
(…)
Hoy en día es muy popular el convencimiento de que el escritor, especialmente el poeta, tiene que utilizar en sus obras la lengua de las multitudes. A pesar de lo democrático y de las claras ventajas practicas de este punto de vista, esta afirmación pretende hacer que la historia se apodere del arte, en este caso de la literatura en particular. Solo si decidimos que el “homo sapiens” debe frenarse en su desarrollo, podemos permitir que la literatura hable en la lengua de las multitudes. En caso contrario, es la multitud la que debería hablar en la lengua de la literatura.
(…)
No llamo a la sustitución de un gobierno por una biblioteca – a pesar de que esa idea me ha venido a la cabeza muchas veces – pero no dudo de que, si eligiéramos a nuestros políticos basándonos en su experiencia como lectores y no en sus programas políticos, en el mundo habría mucha menos desgracia. Me parece que a los potenciales gobernadores de nuestro destino habría que preguntarles primero no cómo ven el curso de la política mundial sino qué opinión tienen de Stendhal, Dickens o Dostoievski.
(…)
Sólo diré – no por propia experiencia por desgracia, sino sólo teóricamente – que considero que para una persona que ha leído a Dickens, disparar a un semejante en nombre de cualquier ideología, sería más complicado que para una persona que no ha leído a Dickens. Hablo precisamente de leer a Dickens, Stendhal, Dostoievski, Balzak, Melville…osease de literatura, no de la cultura o la educación. Una persona culta y educada puede perfectamente, después de leer este u otro tratado político, matar a un semejante e incluso experimentar cierto placer haciéndolo. Lenin era culto, Stalin era culto, Hitler también, Mao incluso escribía poesía: la lista de sus victimas, sin embargo, supera con creces su lista de lecturas.

(…)

El que escribe un poema lo escribe precisamente porque el acto de escribir poesía es un increíble acelerador de la conciencia, del pensamiento y de la apreciación del mundo. Habiendo experimentado esa sensación una vez, una persona ya no puede dejar de repetir esa experiencia, cae en una dependencia de dicho proceso como caen en dependencia de las drogas o del alcohol. Al hombre que se encuentra en esa dependencia de la lengua, creo yo, es al que podemos llamar poeta.

Discurso de aceptación del Premio Nobel, Joseph Brodsky [Traducción Anastasia K.] (1987)

El quizás, visto como una simple palabra.


Bob Dylan

«Lo primero es lo primero»
Desvelado, yací en los brazos de mi propio calor y escuché
una tormenta que paladeaba su condición de tormenta en la oscuridad invernal
hasta que mi oído, como ocurre cuando estoy medio dormido o medio sobrio,
se afanó en desentrañar ese alboroto exclamativo,
trocando sus etéreas vocales y acuosas consonantes
en un discurso de amor indicativo de un Nombre Propio.

Difícilmente la lengua que hubiera escogido yo, y sin embargo, en la medida
en que lo permitían la estridencia y la torpeza, te elogiaba,
reconociéndote como una criatura divina de la Luna y el Viento del Oeste
con poder para domar monstruos reales e imaginarios,
comparando tu aplomo vital con un condado montañés,
verde a posta por aquí, por allá puro azul por si trajera suerte.

A pesar de lo estruendoso que era, a solas como sin duda me encontró,
reconstruyó un día de silencio peculiar
en que un estornudo podría haberse oído a una milla, y me permitió caminar
sobre un promontorio de lava a tu lado, la ocasión tan eterna
como la mirada de cualquier rosa, tu presencia exactamente
tan singular, tan valiosa, tan allí, tan ahora.

Todo ello, además, a una hora en la que más a menudo de lo que quisiera
un diablo sonriente me molesta en hermoso inglés,
prediciendo un mundo en el que todo lugar sagrado
es un yacimiento cubierto de arena al que acuden todos los tejanos cultos,
desinformados y desplumados por sus guías,
y todos los corazones mansos se han extinguido cual Obispos Hegelianos.

Agradecido, dormí hasta una mañana que no dijo
cuánto creía de lo que, según yo, había dicho la tormenta
sino que discretamente hizo que me fijara en lo que había hecho
-unos cuantos metros cúbicos más en mi cisterna
contra un verano leonino-, estableciendo prioridades:
miles han vivido sin amor, nadie sin agua.

«Lo primero es lo primero» – W.H. Auden (Canción de cuna y otros poemas) Versión de Eduardo Iriarte

Encuentros a medio camino.

Marcel Duchamp jugando al ajedrez con la escritora Eve Babitz (fotografía de Julian Wasser, 1963)

«Les Hiboux»
Sous les ifs noir qui les abritent,
Les hiboux se tiennent rangés,
Ainsi que des dieux étrangers,
Dardant leur oeil rouge. Ils méditent.

Sans remuer ils se tiendront
Jusqu’á l’heure mélancolique
Oú, poussant le soleil oblique,
Les ténébres s’établiront.

Leur attitude au sage enseigne
Qu’il faut en ce monde qu’il craigne
Le tumulte et le mouvement;

L’homme ivre d’une ombre qui passe
Porte toujours le châtiment
D’avoir voulu changer de place.
«Les Hiboux» – Charles Baudelaire ( Fleurs du mal [Spleen et idéal], 1857 )

«Los búhos»
En los tejos que les cobijan
están los búhos alineados,
dioses ajenos que disparan
su roja mirada. Meditan.

Sin moverse se quedarán
hasta esa hora melancólica
en que, empujando al sol oblicuo,
al fin se instalen las tinieblas.

Al sabio enseña su actitud
que en este mundo hay que temer
el movimiento y el tumulto;

el que se embriaga de una sombra
que pasa, siempre es castigado
pues deseó cambiar de sitio.
«Los búhos» – Charles Baudelaire ( Las flores del mal [Spleen e ideal] , 1857)

La vie en rose.


«Joana with Valerie and Reine in the mirror», Nan Goldin , 1999

«Sous Le Ciel De Paris» – Edith Piaf, 1954

Frialdad calculada.


Coco Chanel (1883-1971)

«¿Valió la pena?»

¿Valió la pena?
¿Valió la pena esperar en los consulados
un momento de buen humor de la funcionaria,
y en la estación esperar el tren retrasado,
ver el Etna con su capucha japonesa,
y París al alba, cuando de la oscuridad emergían
las convencionales cariátides de Hausmann,
entrar en restaurantes baratos,
donde el ajo olía triunfal?
¿Valió la pena ir en metro
bajo tierra de no sé ya qué ciudad
y observar las sombras de mis antepasados,
volar con un pequeño avión sobre un incendio,
o apenas respirar durante tres meses,
casi no existir, haciendo trémulas preguntas
olvidando la incomprensible acción de la clemencia,
leer en los periódicos sobre la traición, el asesinado?
¿Valió la pena pensar y recordar, sumirse
en el sueño más profundo, donde se prolongaban
grises pasillos, comprar negros libros,
anotar tan sólo imágenes sueltas
de un caleidoscopio más rico que la catedral
de Sevilla, que no he visto?
¿Valió la pena partir y volver, valió la pena?
Sí no sí no
No tachar nada.

«¿Valió la pena?» – Adam Zagajewski

«What’d I Say» – Ray Charles (What’d I Say, 1959)

La vergüenza que va rodando por las escaleras.


Larry Flynt

Las horas se levantan despojándose de estrellas
y amanece.
En la calle del cielo anda la luz esparciendo poemas

En la tierra una vela se extingue,
la ciudad despierta
con una canción en la boca
y la muerte en los ojos.

Y amanece.
El mundo se apresta a asesinar los sueños…

Veo en la calle
donde hombres robustos
están procurándose el pan,
y veo los rostros brutales
de gente satisfecha, odiosa, cruel, feliz, desesperada.

Y es de día.

En el espejo veo un hombre débil
soñando,
sueña
sueños en el espejo.

Y anochece en la tierra.

Una vela se enciende
y está oscuro.
La gente está en sus casas,
el hombre débil está en su cama.

La ciudad duerme
con la muerte en la boca
y una canción en los ojos.

Las horas descienden
vistiéndose de estrellas…

En la calle del cielo
anda la noche esparciendo poemas.
e.e. Cummings (1894-1962)
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«Brown Eyed Girl» – Van Morrison (Blowin’ Your Mind,1967)

Aún me acuerdo de los silencios.

Olga Milanoff [tercera mujer de Frank Lloyd Wright]

Ballad About A Smoke-Filled Wagon
ALEXANDER KOCHETKOV
— How painful, darling, and how eerie
Being linked in earth and joined with boughs,
How painful, darling, and how eerie
By a sharpen saw, be torn apart.
The heart will never know healing,
But will be shed with crystal tears,
The heart will never know healing,
But will be shed with burning tar.

— While I’m alive, I will be there,
Since love and death are linked together.
While I’m alive, I will be there,
Since blood and soul can’t live apart
You’ll carry with you everywhere,
You will be carrying it, my treasure,
You’ll carry with you everywhere —
Your home and homestead — in your heart.

— What if I can’t find any harbor
From the incurable compassion?
What if I can’t find any harbor
From darkness and from awful chill?

— Past farewells, we’ll meet each other.
Just do remember me, my treasure,
Past farewells, we’ll meet each other.
We’ll both come back, my love, we will.

— What if I vanish into air
As rays of light fade out daily?
What if I vanish into air?
Behind the star belt, Milky Way?

— Then I will lift you up in prayer,
So you’ll return unharmed and safely.
Then I will lift you up in prayer
So you’ll recall the earthy way.

While shaking in a smoke-filled wagon
He felt so humble and so homeless.
While shaking in a smoke-filled wagon
He was half-crying, half-awake,
And when the train on a slippery ground
All of a sudden took a dire twist,
And when the train on a slippery ground
Tore off the rail-wheels from the rails…

The power of inhuman nature
In common crush all humans crippling,
The power of inhuman nature
Threw all the earthlings off the earth.
And none had found any refuge
As promised in the distant meeting.
And none had found any refuge
In hands that were stretched far off.

Don’t ever part with your beloved ones,
Don’t ever part with your beloved ones,
Don’t ever part with your beloved ones,
Flow into them with all your blood.
And say good-bye forever always,
And say good-bye forever always,
And say good-bye forever always,
Should you for just one moment part.

БАЛЛАДА О ПРОКУРЕННОМ ВАГОНЕ
АЛЕКСАНДР КОЧЕТКОВ
— Как больно, милая, как странно,
Сроднясь в земле, сплетясь ветвями, —
Как больно, милая, как странно
Раздваиваться под пилой.
Не зарастет на сердце рана,
Прольется чистыми слезами,
Не зарастет на сердце рана —
Прольется пламенной смолой.

— Пока жива, с тобой я буду, —
Душа и кровь нераздвоимы, —
Пока жива с тобой я буду —
Любовь и смерть всегда вдвоем.
Ты понесешь с собой повсюду —
Не забывай меня, любимый, —
Ты понесешь с собой повсюду
Родную землю, милый дом.

— Но если мне укрыться нечем
От жалости неисцелимой,
Но если мне укрыться нечем
От холода и темноты?

— За расставаньем будет встреча,
Не забывай меня, любимый,
За расставаньем будет встреча,
Вернемся оба — я и ты.

— Но если я безвестно кану —
Короткий свет луча дневного, —
Но если я безвестно кану
За звездный пояс, млечный дым?

— Я за тебя молиться стану,
Чтоб не забыл пути земного,
Я за тебя молиться стану,
Чтоб ты вернулся невредим.

Трясясь в прокуренном вагоне,
Он стал бездомным и смиренным.
Трясясь в прокуренном вагоне,
Он полуплакал, полуспал,
Когда состав на скользком склоне
Вдруг изогнулся страшным креном,
Когда состав на скользком склоне
От рельс колеса оторвал.

Нечеловеческая сила,
В одной давильне всех калеча,
Нечеловеческая сила
Земное сбросила с земли.
И никого не защитила
Вдали обещанная встреча,
И никого не защитила
Рука, зовущая вдали.

С любимыми не расставайтесь!
С любимыми не расставайтесь!
С любимыми не расставайтесь!
Всей кровью прорастайте в них —
И каждый раз на век прощайтесь!
И каждый раз на век прощайтесь!
И каждый раз на век прощайтесь,
Когда уходите на миг!..

«Ironía del destino» (Ironiya sudby ,ili s legkim parom) Eldar Ryazanov,1975

Perfilando la mirada.

Claude Cahun (1894 – 1954)

«Bridge over troubled water» – Johnny Cash

Berenice Abbott (1898 – 1991)

«Bridge over troubled water» – Elvis Presley
Ilse Bing (1899 – 1998)

«Bridge over troubled water» – Aretha Franklin