Inedia

Joseph Brodsky


El mundo, a pesar de cualquier cosa que podamos pensar sobre él, espantados por su inmensidad y nuestra impotencia ante él, amargados por su indiferencia frente a los sufrimientos particulares de la gente, de los animales y tal vez de las plantas -ya que ¿de dónde proviene la certeza de que las plantas están libres de sufrimientos?-; a pesar de cualquier cosa que pensemos sobre sus espacios atravesados por la radiación de las estrellas, alrededor de las cuales se empieza a descubrir algunos planetas -¿ya muertos?, ¿todavía muertos?, no se sabe-; a pesar de cualquier cosa que pensáramos sobre este teatro inmenso, para el cual tenemos un billete de entrada pero su vigencia es ridículamente corta, limitada por dos fechas decisivas; a pesar de no sé qué cosa más que pudiéramos pensar sobre este mundo: es asombroso.

Pero en la expresión «asombroso» se esconde una trampa lógica. Nos causa asombro lo que sobresale de la norma conocida y comúnmente aceptada, de una obviedad a la cual estamos acostumbrados. Pues bien, un mundo así, obvio, no existe. Nuestro asombro es autónomo y no procede de ninguna comparación de ningún tipo.

De acuerdo, en el habla cotidiana, la cual no recapacita sobre cada palabra, usamos expresiones como «la vida común», «los acontecimientos comunes»… Sin embargo, en la lengua de la poesía, donde se pesa cada palabra, ya nada es común. Ninguna piedra y ninguna nube sobre esa piedra. Ningún día y ninguna noche que le suceda. Y sobre todo, ninguna existencia particular en este mundo.


Todo indica que los poetas tendrán siempre mucho trabajo.

Discurso de aceptación del Premio Nobel –  Wislawa Szymborska, 1996

Un día será niña (cuestión de perspectiva Nº 2).

Wislawa Szymborska

Mi hermana no escribe poemas,
y probablemente ya nunca se pondrá a escribir poemas.
Lo heredó de nuestra madre, que no escribía poemas,
y de nuestro padre, que tampoco escribía poemas.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada del mundo escribiría poemas.
Y, aunque mis palabras suenen a texto de Adam Macedonski,
en mi familia nadie escribe poemas.

Los cajones de mi hermana no guardan viejos poemas,
en su bolso no hay poemas recién escritos.
Y cuando mi hermana me invita a comer,
sé que no lo hace con la intención de leerme poemas.
Sus sopas son deliciosas y carecen de cultos significados.
Y el café no se derrama sobre los manuscritos.

En muchas familias nadie escribe poemas,
pero si uno de sus miembros empieza, suele sebrar el contagio.
A veces la poesía cae en cascada sobre las generaciones
y origina remolinos capaces de engullir sentimientos familiares.

Mi hermana practica una prosa oral muy aceptable
y su obra literaria se reduce a las postales turísitcas
con un texto que cada año repite la misma promesa:
cuando vuelva
contará
todo
todito.
«Elogio de la hermana» – Wislawa Szymborska (Paisaje con grano de arena) Traducción de Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski

Mi hermana no escribe versos
y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre, que no escribía versos,
y de mi padre, que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada del mundo escribiría versos.

Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos.

En los cajones de mi hermana no hay viejos versos,
ni recién escritos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a comer
sé que no es con la intención de leerme sus versos.
Sus sopas son exquisitas sin premeditación
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.

En muchas familias nadie escribe versos.
Pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
lo que crea peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.

Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus vacaciones
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.
«Elogio a mi hermana» – Wislawa Szymborska (El gran número y otros poemas) Traducción de Gerardo Beltrán
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«Song benath the song» – Maria Taylor

Ya lo sabes, pautas.

«Good morning» – Fxcreatography

Morir -eso, aun gato, no se le hace.
Porque, ¿qué puede hacer un gato
en un piso vacío?
Subrise por las paredes.
Restregarse contra los muebles.
Nada aquí ha cambiado,
pero nada es como antes.
Nada ha cambiado de sitio,
pero nada está en su sitio.
Y la luz sigue apagada al anochecer.

Se oyen pasos en la escalera,
pero no los esperados.
Una mano deja pescado en el plato
y no es, tampoco, la de antes.

Algo no empieza
a la hora de siempre.
Algo no sucede
según lo establecido.
Alguien estaba aquí, estaba siempre,
y derepente desapareció
y se empeña en no estar.

Se ha buscado ya en los armarios,
se han recorrido los estantes.
Se ha comprobado bajo la alfombra.
Incluso se ha roto la veda
de esparcir papeles.
¿Qué más se puede hacer?
Dormir y esperar.

¡Ay, cuando él regrese,
ay, cuando aparezca!
Se enterará de que ésas no son maneras
de tratar a un gato.
Como quien no quiere otra cosa,
habrá que acercársele,
despacito,
sobre unas patitas muy muy ofendidas.
Y, de entrada, nada de brincos ni maullidos.
«Un gato en un piso vacío» –  Wyslawa Szymborska (Fin y principio, 1993)
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Nº12 para piano en F minor (Venetianisches Gondolliet) – Félix Mendelssohn

El eclipse está por el otro lado.

Ann Quin

Degollado procede de decollo,
decollo significa yo corto el cuello.
María Estuardo, reina de Escocia,
subió al patíbulo con la camisa adecuada,
una camisa décolleté
de color rojo hemorragia.

En aquel mismo instante,
en una apartada alcoba,
Isabel Tudor, reina de Inglaterra,
estaba en pie vestida de blanco junto a la ventana.
Una groguera almidonada coronaba
su vestido triunfalmente cerrado hasta el mentón.

Ambas pnesaban al unísono:
«Dios, ten piedad de mi.»
«Obro con justicia.»
«Vivir o ser un obstáculo.»
«En determinadas circunstancias la lechuza es la hija del panadero.»
«¿Cuándo acabará esto?»
«Se acabó.»
«¿Qué hago aquí si no hay nada?»

La diferencia en el atuendo -sí, lo sabemos con certeza-.
El detalle
es inalterable.
«Decapitación» – Wislawa Szymborska (¡Qué monada!, 1967)

Todos tenemos algo debajo de la mesilla de noche.

Wislawa Szymborska

Sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta;pero, en cambio, hay bastante papel emborronado por muchos que no lo son.El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estudio del saber, y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan y creen haberla entendido cuando han hecho su análisis. La disección podrá revelar el mecanismo del cuerpo humano; pero los fenómenos del alma, el secreto de la vida, ¿cómo se estudian en un cadáver? No obstante, sobre la poesía se han dado reglas, se han atestado infinidad de volúmenes, se enseña en las universidades, se discute en los círculos literarios y se explica en los ateneos. No te extrañes. Un sabio alemán ha tenido la humorada de reducir a notas y encerrar en las cinco líneas de una pauta el misterioso lenguaje de los ruiseñores. Yo, si he de decir la verdad, todavía ignoro qué es lo que voy a hacer; así es que no puedo anunciártelo anticipadamente.

Sólo te diré, para tranquilizarte, que no te inundaré en ese diluvio de términos que pudiéramos llamar facultativos, ni te citaré autores que no conozco, ni sentencias en idiomas que ninguno de los dos entendemos.Antes de ahora te lo he dicho.Yo nada sé, nada he estudiado; he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.
Herejías históricas, filosóficas y literarias, presiento que voy a decirte muchas. No importa. Yo no pretendo enseñar a nadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se me declare de texto.

Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo, quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber que, si nos equivocamos, nos equivocamos los dos; lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.
(…)
Todo el mundo siente. Sólo a algunos seres les es dado el guardar como un tesoro la memoria viva de lo que han sentido. Yo creo que éstos son los poetas. Es más: creo que únicamente por esto lo son. Efectivamente, es más grande, es más hermoso,
figurarse el genio ebrio de sensaciones y de inspiración, trazando a grandes rasgos, temblorosa la mano con la ira, llenos aún los ojos de lágrimas o profundamente conmovidos por la piedad esas tiradas de poesía que más tarde son la admiración del mundo; pero, ¿qué quieres?, no siempre la verdad es lo más sublime.
(…)
Un escritor francés ha dicho, juzgando a un músico ya célebre, el autor de Tannhauser: Es un hombre de talento, que hace todo lo posible por disimularlo,
pero que a veces no lo puede conseguir y, a su pesar, lo demuestra.

«Cartas literarias a una mujer» – Gustavo Adolfo Bécquer (1860-1861)

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«Sittin’ on the dock of the bay» – Otis Redding( The dock of the bay,1967)

Justo, necesario, correcto. Ya decidiré el orden.

«Two pictures» – Louise Lawier, 1992

«El Álbum»

Nadie de mi familia murió de amor.
Romances sí hubo, no cosa seria.
¿Tísicos Romeos? ¿Julietas con difteria?
No. Alcanzaron la vejez en flor.
¡Ni uno murió de cartas sin respuesta,
con letra por las lágrimas borrosa!
Llegaban vecinos, traje de fiesta,
con anteojos, levita y una rosa.
Nadie se asfixió dentro de un armario
por huir de maridos de sus amantes.
Farales, mantillas ni volantes
echaron a nadie de la foto por falsario.
¡Cuán lejos sus almas del infierno del Bosco!
Sus pistolas no defendían amores furtivos.
(Morían a balazos, mas por otros motivos,
en el frente, en un catre muy tosco.)
Ni la bella, la del moño vistoso,
con ojeras como de bacanal,
partió a vela en pos de un joven fogoso
por el mar de su hemorragia cerebral.
Antes del daguerrotipo quizás hubo amor de veras,
pero no en las fotos de mi familia.
Los días tenían tempo de vigilia
y ellos morían de gripe o de paperas.

«El álbum» – Wislawa Szymborska (¡Qué monada!, 1967)

Les petits riens.


«Santorín» – Herbert List, 1937

«Alabanza de los sueños»

En sueños
pinto como Vermeer van Delft.

Hablo griego con fluidez
y no sólo con los vivos.

Conduzco un coche
que me obedece.

Poseo talento
y escribo grandes poemas.

Oigo voces
no peor que los venerables santos.

Mis dotes pianísticas
os dejarían boquiabiertos.

Revoloteo como es debido,
es decir, por propio impulso.

Me precipito desde el tejado
y sé caer, suave, en el verdor.

No tengo problemas
para respirar bajo el agua.

No puedo quejarme:
he descubierto la Atlántida.

Por suerte sé despertar siempre
antes de morir.

En cuanto una guerra estalla
me vuelvo del otro lado.

Soy hija de mi época
pero no por obligación.

Hace un par de años
vi dos soles.

Y, anteayer, un pingüino.
Con meridiana claridad.

«Alabanza de los sueños» – Wislawa Szymborska (Acaso, 1972)

«You never can tell» – Chuck Berry (St. Louis to Liverpool, 1964)

A tientas.


Audrey Hepburn – The Nun Story (Leo Fuchs , 1958)

«Posibilidades»
Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

«Posibilidades» – Wislawa Szymborska (De «Gente en el puente» 1986
Versión de Gerardo Beltrán)

«Today I Sing The Blues» – Aretha Franklin