Vladimir Nabokov (1907)
«No se encuentran nunca propiedades gloriosas en la naturaleza humana, sin que inmediatamente ciertas variedades extrañas de las mismas debieran degenerar, por infinitas matizaciones, en la imperfección más extrema. La propiedad de lo terriblemente sublime cuando llega a ser por completo antinatural se hace extravagante. En cuanto se consideran sublimes las cosas antinaturales, tanto si se les conceda poco como mucho, no son más que esperpentos. A quien le gusta lo extravagante y cree en ello, es un visionario y la afición a los esperpentos hace a uno un chiflado. Por otra parte, el sentimiento de lo bello degenera, cuando le falta completamente lo noble, y se dice que es ridículo. Si un varón tiene esa cualidad y es joven, se dice un fauto. Si es de mediana edad, entonces un fanfarrón. Puesto que lo sublime es lo más necesario para la edad mayor, un viejo fanfarrón es la criatura más despreciable de la naturaleza, lo mismo que un joven chiflado es lo más chocante y lo más insoportable. Las bromas y el buen humor van bien con el sentimiento de lo bello. Puede asimismo darse en ello bastante inteligencia y, según esto, poder estar más o menos próximo a lo sublime. Aquel en quien no se deja ver esa interrelación en su buen humor, desvaría. El que desvaría continuamente es necio. Se advierte con facilidad que hasta los cuerdos desvarian a veces, y que no se necesita poco ingenio para apartar algún tiempo el entendimiento de su sitio, sin que al hacerlo no se descuide nada. Aquel que no divierte ni conmueve con sus palabras o sus acciones es aburrido , el aburrido asimismo, en tanto se ocupa de hacer lo uno y lo otro, es insulso. El insulso, si es engreído, es un loco.«
Observaciones de lo bello y de lo sublime – Immanuel Kant (1790 -1793)

