Lo que más cerca está y lo que menos se le parece.

«Moskva slezam ne verit (Moscow dosen’t believe in tears)» – Vladimir Menshov,1980

«One Art»

The art of losing isn’t hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn’t hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother’s watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn’t hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn’t a disaster.

–Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan’t have lied. It’s evident
the art of losing’s not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.

«One Art» – Elisabeth Bishop(1911 – 1979)

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Si pudiera verme en el espejo.


«As good as it gets (Mejor imposible)», Jack Nicholson – James L. Brooks, 1997

«Ulises a Telémaco»

Querido Telémaco,
la Guerra de Troya
ha terminado. No recuerdo quién venció.
Los griegos, debe ser: los griegos, quién si no,
puede dejar en tierra extraña tantos muertos…
De todos modos, el camino que me lleva al hogar
resulta que se alarga demasiado.
Como si Poseidón, mientras perdíamos el tiempo,
hubiera dilatado el espacio.
Ignoro dónde estoy y lo que veo ante mí.
Al parecer, una isla, sucia, arbustos,
casas, gruñir de cerdos, un jardín
abandonado, cierta reina, hierba y pedruscos…
Telémaco, querido, en verdad
todas las islas se parecen una a otra
cuando es tan largo el viaje: el cerebro ya
va perdiendo la cuenta de las olas,
el ojo, tiznado de tanto horizonte, echa a llorar,
la carne de las aguas obtura el oído.
No recuerdo ya cómo acabó la guerra,
ni cuántos años tienes hoy recuerdo.

Hazte hombre, Telémaco, y crece.
Sólo los dioses saben si hemos de encontrarnos.
Tampoco ahora ya no eres el chiquillo
ante el cual detuve aquellos toros.
Hoy, de no ser por Palamedes, estaría a tu lado.
Pero tal vez sea mejor así: pues sin mí
te has librado de los males de Edipo,
y en tus sueños, Telémaco, ignoras el pecado.
«Ulises a Telémaco», 1972 – Joseph Brodsky (No vendrá el diluvio tras nosotros 1960 – 1996) Versión de Ricardo San Vicente

Y que nos digan que lloverá.


«Musician in the rain» – Robert Doisneau (1912 – 1994)

«Rain»

Rain, midnight rain, nothing but the wild rain
On this bleak hut, and solitude, and me
Remembering again that I shall die
And neither hear the rain nor give it thanks
For washing me cleaner than I have been
Since I was born into this solitude.
Blessed are the dead that the rain rains upon:
But here I pray that none whom once I loved
Is dying tonight or lying still awake
Solitary, listening to the rain,
Either in pain or thus in sympathy
Helpless among the living and the dead,
Like a cold water among broken reeds,
Myriads of broken reeds all still and stiff,
Like me who have no love which this wild rain
Has not dissolved except the love of death,
If love it be for what is perfect and
Cannot, the tempest tells me,
disappoint.
«Rain» – Edward Thomas,(Six Poems,1916)


«Don’t panic» – Coldplay (Parachutes,2000)

Burevestnik*

*Burevestnik[Буревестник] (ruso) : traducido textualmente «el que anuncia la tormenta» – petrel (ave marina)

A ver si me aclaro, ¿en cuanto lo has dicho ha perdido todo el sentido?

Y ahora resulta que una vez hecha y respondida la pregunta hay un cierto tiempo (¿establecido por quién?) en el que la situación no puede repetirse. Lo mejor que te queda en estos casos, es la satisfacción de no haber perdido la compostura y haber sido capaz de hacer un descubrimiento sin que este te impida seguir el hilo de la conversación o de los silencios.

Por desgracia, muchas veces la pregunta se hace en un idioma tan conocido que ya no importa si tu respuesta suena a ruso.

«El canto del Petrel»

Sobre la nívea llanura del mar, el viento amontona las nubes. Entre las nubes y el mar vuela orgulloso el petrel, semejante a un relámpago negro.
Ya rozando las olas con sus alas, ya atravesando las nubes como una flecha, el petrel no cesa de gritar. Y las nubes escuchan un himno de alegría en los gritos audaces del ave.

¡Esos gritos expresan su sed de tempestad!

Las nubes perciben en estos gritos la fuerza de la cólera, la llama de la pasión y la seguridad de la victoria.

Las gaviotas gimen ante la tempestad, gimen y se balancean sobre las olas, buscando esconder en el fondo del mar su horror ante la tempestad. Los somormujos también gimen. Para ellos no es dable concebir la delicia del combate por la vida, y el retumbo de las olas les asusta. El tonto pingüino esconde tímidamente su cuerpo pesado entre las rocas. Tan sólo el petrel, orgulloso, vuela libre y soberano sobre el mar, cubierto de blanquísimas espumas.

Se oye el retumbo del trueno. Gimen las olas coronadas de espuma, en pugna formidable con el viento. De pronto, he aquí que el viento ciñe la procesión de las olas con sus robustos brazos, y colérico las arroja con todas sus fuerzas contra los duros peñascos, donde las masas líquidas se hacen polvo y se rompen en salpicaduras de esmeralda.

El petrel, más hermoso todavía, entre gritos rubrica el espacio, y como una flecha se hunde en el seno de las nubes rozando las crestas espumosas de las olas con sus alas. El petrel vuela como un demonio – el orgulloso y negro demonio de la tempestad- y solloza y grita. El petrel ríe de las nubes tempestuosas, sollozando de alegría. El petrel –atento demonio- ya percibe la fatiga de la cólera del trueno y adivina que las nubes ya no podrán ocultar más el sol. ¡No, no lo ocultarán!

El viento aúlla; retumba el trueno… Como una llama azul, las bandadas de nubes flamean sobre los abismos del mar. El mar aprisiona las flechas de los relámpagos y las hunde en sus abismos. Y como si fuesen serpientes de fuego, los relámpagos se tuercen y se apagan.

¡La tempestad! ¡Pronto tronará la tempestad!

Y así, más hermoso todavía, el orgulloso petrel vuela soberano y atrevido entre una fiesta de relámpagos, sobre el mar, que coléricamente retumba.

Y el profeta de la victoria grita:

-¡Qué ruja la tempestad! ¡Más fuerte todavía!

«El canto del Petrel» – Maksim Gorki,1901

Les petits riens.


«Santorín» – Herbert List, 1937

«Alabanza de los sueños»

En sueños
pinto como Vermeer van Delft.

Hablo griego con fluidez
y no sólo con los vivos.

Conduzco un coche
que me obedece.

Poseo talento
y escribo grandes poemas.

Oigo voces
no peor que los venerables santos.

Mis dotes pianísticas
os dejarían boquiabiertos.

Revoloteo como es debido,
es decir, por propio impulso.

Me precipito desde el tejado
y sé caer, suave, en el verdor.

No tengo problemas
para respirar bajo el agua.

No puedo quejarme:
he descubierto la Atlántida.

Por suerte sé despertar siempre
antes de morir.

En cuanto una guerra estalla
me vuelvo del otro lado.

Soy hija de mi época
pero no por obligación.

Hace un par de años
vi dos soles.

Y, anteayer, un pingüino.
Con meridiana claridad.

«Alabanza de los sueños» – Wislawa Szymborska (Acaso, 1972)

«You never can tell» – Chuck Berry (St. Louis to Liverpool, 1964)

Por lo que aún nos queda.


«Closeup of legs of young ballerinas in toe shoes under desk at La Scala Ballet School» – Alfred Eisenstaedt, 1934

«My old lady’s Army Shoes” – Alfred Eisenstaedt, 1948

«Funeral Blues»

Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He is Dead.
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last forever: I was wrong.

The stars are not wanted now; put out every one,
Pack up the moon and dismantle the sun,
Pour away the ocean and sweep up the woods;
For nothing now can ever come to any good.
«Funeral Blues» – W.H. Auden (The year’s poetry, 1938)

«Nocturne en Ebm» – Fréderic Chopin

La importancia del que espera.

Podemos afirmar que algo pertenece al pasado sólo cuando, un día cualquiera,al darnos una imagen de pleno en la cara, contar hasta diez es suficiente. Un recuerdo, en cualquier caso, tiene bastante con esos diez segundos, y también, se los merece.


Arthur Miller and Marilyn Monroe 1950s

«Honesta descripción de mí mismo»

Tomándome un whisky en un aeropuerto,
digamos que en Mineápolis

Mis oídos captan cada vez menos las conversaciones,
mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.

Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltas
en telas ligeras.

A cada una la observo por separado, sus traseros y
sus muslos, pensativo, arrullado por sueños porno.

Viejo verde, ya sería tiempo de que te fueras a la tumba
en lugar de entretenerte con juegos y diversiones de jóvenes.

No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,
ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictado
de la imaginación erótica.

No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,
y ellas son como el signo de una relación extática.

No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitad
de contemplación desinteresada y la mitad de apetito.

Si después de morir me voy al cielo, tendrá que ser
como aquí, sólo que liberado de estos torpes sentidos,
de estos pesados huesos.

Transformado en mirar puro, seguiré devorando las
proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,
esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda la
extraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas visibles.
«Honesta decripción de mí mismo» – Czeslaw Milosz (Versión de Gerardo Beltrán)

Nocturnos.


«Boylston Street,Boston» – Toshio Tamaki, 2008

Qué difícil es caminar entre la gente
Y simular que no se ha muerto
Y en este juego de trágica pasión
Confesar que aún no se ha vivido.

Y escrutando en la nocturna pesadilla,
Encontrar el orden como un desordenado torbellino
Para que en el inexpresivo resplandor del arte
Descubramos el mortal incendio de la vida.

«Qué difícil es caminar entre la gente…» – Aleksandr Blok

Dejar el ahora para luego.


Man Ray (1890 – 1976)

No te veo. Bien sé
que estás aquí, detrás
de una frágil pared
de ladrillos y cal, bien al alcance
de mi voz, si llamara.
Pero no llamaré.
Te llamaré mañana,
cuando, al no verte ya
me imagine que sigues
aquí cerca, a mi lado,
y que basta hoy la voz
que ayer no quise dar.
Mañana… cuando estés
allá detrás de una
frágil pared de vientos,
de cielos y de años.
Pedro Salinas

«I Want You» – Tom Waits (The early years , 1993)

El quizás, visto como una simple palabra.


Bob Dylan

«Lo primero es lo primero»
Desvelado, yací en los brazos de mi propio calor y escuché
una tormenta que paladeaba su condición de tormenta en la oscuridad invernal
hasta que mi oído, como ocurre cuando estoy medio dormido o medio sobrio,
se afanó en desentrañar ese alboroto exclamativo,
trocando sus etéreas vocales y acuosas consonantes
en un discurso de amor indicativo de un Nombre Propio.

Difícilmente la lengua que hubiera escogido yo, y sin embargo, en la medida
en que lo permitían la estridencia y la torpeza, te elogiaba,
reconociéndote como una criatura divina de la Luna y el Viento del Oeste
con poder para domar monstruos reales e imaginarios,
comparando tu aplomo vital con un condado montañés,
verde a posta por aquí, por allá puro azul por si trajera suerte.

A pesar de lo estruendoso que era, a solas como sin duda me encontró,
reconstruyó un día de silencio peculiar
en que un estornudo podría haberse oído a una milla, y me permitió caminar
sobre un promontorio de lava a tu lado, la ocasión tan eterna
como la mirada de cualquier rosa, tu presencia exactamente
tan singular, tan valiosa, tan allí, tan ahora.

Todo ello, además, a una hora en la que más a menudo de lo que quisiera
un diablo sonriente me molesta en hermoso inglés,
prediciendo un mundo en el que todo lugar sagrado
es un yacimiento cubierto de arena al que acuden todos los tejanos cultos,
desinformados y desplumados por sus guías,
y todos los corazones mansos se han extinguido cual Obispos Hegelianos.

Agradecido, dormí hasta una mañana que no dijo
cuánto creía de lo que, según yo, había dicho la tormenta
sino que discretamente hizo que me fijara en lo que había hecho
-unos cuantos metros cúbicos más en mi cisterna
contra un verano leonino-, estableciendo prioridades:
miles han vivido sin amor, nadie sin agua.

«Lo primero es lo primero» – W.H. Auden (Canción de cuna y otros poemas) Versión de Eduardo Iriarte