Volver a aprender.

Esta mañana en el trabjo, les dimos a los niños una bolsa de chucherías como regalo de fin de curso en la escuela de tenis. Cuando se lo di a Paula, me dijo :»Mi tia me debía unos zapatos desde mi cumple y me los va a dar esta tarde y ahora también tengo chuches. ¿Y sabes que? En casa también tengo una piruleta.» Se quedó pensando un rato, me miró y muy seria me dijo : » Creo que hoy es mi dia de suerte.»
Me di cuenta de que con los años, perdemos la habilidad para aceptar la suerte con esa sencillez, le damos demasiada importancia, y cuando algo nos sale mal, le echamos la culpa a nuestra «mala suerte», que es lo mas sencillo y nos evita el mal trago de llegar a la conclusión de que nosotros mismos tenemos la culpa o , lo que es aún más frecuente, nadie la tiene. Si simplemente mantuvieramos esa capacidad de considerar suerte a cualquier guiño del destino, los fracasos seguramente no nos sabrían tan amargos mientras que una piruleta podría llegar a ser el símbolo de un verdadero triunfo.Mientras tanto…
Bonne Chance.


«La infancia de Iván» («Ivanovo detstvo»[«Иваново детствo»],1962) – Andréi Tarkovski (Андрей Тарковский )

«Collige, virgo , rosas.»
Estás ya con quien quieres. Ríete y goza. Ama.
Y enciéndete en la noche que ahora empieza,
y entre tantos amigos (y conmigo)
abre los grandes ojos a la vida
con la avidez preciosa de tus años.
La noche, larga, ha de acabar al alba,
y vendrán escuadrones de espías con la luz,
se borrarán los astros, y también el recuerdo,
y la alegría acabará en su nada.

Más, aunque así suceda, enciéndete en la noche,
pues detrás del olvido puede que ella renazca,
y la recobres pura, y aumentada en belleza,
si en ella, por azar, que ya será elección,
sellas la vida en lo mejor que tuvo,
cuando la noche humana se acabe ya del todo,
y venga esa otra luz, rencorosa y extraña,
que antes que tú conozcas, yo ya habré conocido.

«Collige,virgo,rosas» – Francisco Brines ( El otoño de las rosas, 1986)

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«Day too soon» – Sia ( Some people have real problems, 2008)

A tientas.


Audrey Hepburn – The Nun Story (Leo Fuchs , 1958)

«Posibilidades»
Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

«Posibilidades» – Wislawa Szymborska (De «Gente en el puente» 1986
Versión de Gerardo Beltrán)

«Today I Sing The Blues» – Aretha Franklin

Ni tanto, ni tan poco.

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«Hold On» – Tom Waits

«El Prólogo»
EL prólogo es, a un tiempo, lo primero y lo último de todo libro. Tiende a explicar el objetivo de la obra, o bien a justificarla y a responder a la crítica. Pero el propósito moral y las diatribas periodísticas suelen tener sin cuidado a los lectores. De ahí que no lean los prólogos. Y es una lástima que así suceda, máxime en nuestro país. Nuestro público es aún tan joven e ingenuo, que no comprende la fábula si no encuentra el final de la moraleja. No adivina la broma ni percibe la ironía; está, sencillamente, mal educado. Ignora todavía que en una sociedad correcta y en un libro correcto no caben inventivas desembozadas; que la cultura moderna ha ideado un arma más punzante, casi invisible, aunque no por ello menos mortífera, que,amparándose en el ropaje de la adulación, asesta un golpe certero y fatal. Nuestro público se parece al provinciano que, oyendo una conversación entre dos diplomáticos, pertenecientes a dos cortes hostiles, quedara convencido de que ambos engañaban a sus gobiernos en aras de una amistad mutua y tiernísima.
(…)
Disculpadme: se han venido sirviendo a las gentes demasiadas golosinas; por eso tienen estropeados los estómagos: se precisan medicamentos amargos,verdades acerbas. Sin embargo, no se os ocurra pensar, después de eso, que el autor de este libro ha tenido alguna vez la fatua pretensión de corregir los vicios humanos. ¡Dios le libre de tamaña ignorancia! Sencillamente, le divierte describir al hombre contemporáneo, tal como le entiende, y al cual, para su desgracia y la vuestra, ha encontrado
con demasiada frecuencia. Ya es de por sí suficiente haber indicado la enfermedad; pero cómo curarla,¡eso Dios lo sabe!

«Un heroe de nuestro tiempo» («Geroi nashego vremeni» – 1839-1840) – Mijaíl Yúrievich Lérmontov (Михаил Юрьевич Лермонтов)

Cuestión de perspectiva


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«My sweet and tender beast» («Мой ласковый и нежный зверь», 1978) – Emil Loteanu (Эмиль Лотяну)
Compositor: Eugene Doga (Евгений Дога) – «Vals»


«El Vals»

Eres hermosa como la piedra,
oh difunta;
Oh viva, oh viva, eres dichosa como la nave.
Esta orquesta que agita
mis cuidados como una negligencia,
como un elegante bendecir de buen tono,
ignora el vello de los pubis,
ignora la risa que sale del esternón como una gran batuta.

Unas olas de afrecho,
un poco de serrín en los ojos,
o si acaso en las sienes,
o acaso adornando las cabelleras;
unas faldas largas hechas de colas de cocodrilos;
unas lenguas o unas sonrisas hechas con caparazones de cangrejos.
Todo lo que está suficientemente visto
no puede sorprender a nadie.

Las damas aguardan su momento sentadas sobre una lágrima,
disimulando la humedad a fuerza de abanico insistente.
Y los caballeros abandonados de sus traseros
quieren atraer todas las miradas a la fuerza hacia sus bigotes.

Pero el vals ha llegado.
Es una playa sin ondas,
es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas.
Es todo lo revuelto que arriba.

Pechos exuberantes en bandeja en los brazos,
dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos,
una languidez que revierte,
un beso sorprendido en el instante que se hacía «cabello de ángel»,
un dulce «sí» de cristal pintado de verde.

Un polvillo de azúcar sobre las frentes
da una blancura cándida a las palabras limadas,
y las manos se acortan más redondeadas que nunca,
mientras fruncen los vestidos hechos de esparto querido.

Las cabezas son nubes, la música es una larga goma,
las colas de plomo casi vuelan, y el estrépito
se ha convertido en los corazones en oleadas de sangre,
en un licor, si blanco, que sabe a memoria o a cita.

Adiós, adiós, esmeralda, amatista o misterio;
adiós, como una bola enorme ha llegado el instante,
el preciso momento de la desnudez cabeza abajo,
cuando los vellos van a pinchar los labios obscenos que saben.
Es el instante, el momento de decir la palabra que estalla,
el momento en que los vestidos se convertirán en aves,
las ventanas en gritos,
las luces en ¡socorro!
y ese beso que estaba (en el rincón) entre dos bocas
se convertirá en una espina
que dispensará la muerte diciendo:
Yo os amo.

«El vals» – Vicente Aleixandre.

Un punto de partida, como otro cualquiera.

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«Like A Rolling Stone» – Bob Dylan

«En Los Reinos De La Casualidad»
«Todavía estaba lejos de saber que el corazón no es una habitación para uno o dos huéspedes, sino un campamento por donde pasan tribus a la deriva, visitantes de una noche, gente indeseable que llega, saluda y se marcha, gente indeseable que llega , saluda y se apodera de un rincón que no abandona jamás, un campamento en donde a veces luce el sol y en donde a veces ruge el viento, un lugar tan pronto atestado como vacío, una ciudad sin orden para la que no existe más guía que un viejo volumen de edición única, con las páginas en blanco, y que se destruyó en uno de los saqueos e incendios del campamento.»

«En Los Reinos De La Casualidad» – Carlos Marzal