Olvídate de la tragedia.

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«One of these mornings» – Moby

Fotografía de Pavel Morozov


DEFINICIÓN DE POESÍA

En memoria de Federico García Lorca.

Hay una especie de leyenda que dice que antes del fusilamiento
vio como detrás de las cabezas de los  soldados salía el sol. Entonces dijo: 
«Y sin embargo amanece…» Quizá sólo fue el comienzo de un poema.

Memorizar los paisajes
tras las ventanas
de los cuartos de las mujeres;
tras las ventanas
de los pisos de los familiares;
tras las ventanas
de los despachos de los compañeros.
Memorizar el paisaje
tras las tumbas de los amigos.
Memorizar
cómo de lenta cae la nieve
cuando nos llaman al amor.
Memorizar el cielo
que yace sobre el asfalto húmedo
cuando nos recuerdan el amor al prójimo.
Memorizar
cómo las borrosas gotas de lluvia
resbalan por el cristal
y distorsionan las dimensiones
de los edificios
cuando nos explican
qué tenemos que hacer.
Memorizar
cómo desde la tierra huérfana
alza sus manos rectas
la cruz.
En una noche de luna
memorizar la estirada sombra
que vierte un árbol o un humano.
En una noche de luna
memorizar las plomizas olas del río,
brillantes, como pliegues
de unos pantalones usados.
Y al amanecer
memorizar la carretera blanca
de la que se desvían los escoltas,
memorizar
cómo sale el sol
tras las nucas de los verdugos.
1959
Joseph Brodsky traducción del ruso: A.K.

Así que era eso.

«City Rain» – Bill Sosin

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«Natural Blues» – Moby (Play, 1999)

En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol alucinante,
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
los coches patrulla en el amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine -y a
esta hora está muerta en el Depósito aquélla cuyo
cuerpo era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas
por los reflectores, abofeteada en los night-clubs,
mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeúntes
y les habla suavemente de su infancia.
Músicas de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas
notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos
una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y
tenía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz
muy baja- se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche
plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían los astros
cuando murió de amor,

y era como si oliera muy despacio un perfume.
«La muerte en Beverly Hills» – Pere Gimferrer