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«One of these mornings» – Moby
Fotografía de Pavel Morozov
DEFINICIÓN DE POESÍA
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«One of these mornings» – Moby
Fotografía de Pavel Morozov
DEFINICIÓN DE POESÍA
«Atlas Hands» – Benjamin Francis Leftwich
From the series «On the Road» by NEIL KRUG. More here
I wish you were here, dear,
I wish you were here.
I wish we were in my car,
and you’d shift the gear.
we’d find ourselves elsewhere,
on an unknown shore.
Or else we’d repair
To where we’ve been before.
I wish you were here, dear,
I wish you were here.
I wish I knew no astronomy
when stars appear,
when the moon skims the water
that sighs and shifts in its slumber.
I wish it were still a quarter
to dial your number.
I wish you were here, dear,
in this hemisphere,
as I sit on the porch
sipping a beer.
It’s evening, the sun is setting;
boys shout and gulls are crying.
What’s the point of forgetting
If it’s followed by dying?
El gran hombre miraba por la ventana
pero para Ella el mundo se acababa
a los bordes de su amplia túnica griega
cuyos pliegues dormidos
recordaban la quietud del mar.
Él sin embargo
miraba a través de la ventana
con la mirada tan lejos de aquél lugar
que los labios parecían una concha
que albergaba el rugido;
y el horizonte en la copa
estaba inmóvil.
Y el amor de Ella
tan sólo era un pez
quizá capaz de surcar el mar
acechando el barco
y alcanzarlo
rompiendo la marea con su cuerpo…
sin embargo Él
ya había pisado tierra firme.
Así el mar se hizo mar de lágrimas.
Pero como bien se sabe
justo en el momento de desasosiego
aparece el viento a favor,
y el gran marido abandonó Cártago.
Ella se quedó de pie
ante la hoguera que sus soldados
encendieron bajo los muros de la ciudad
y vio como la marea de las llamas,
temblando entre el fuego y el humo,
iba consumiendo Cártago
mucho antes de la profecía de Catón.
Dido y Eneas – Joseph Brodsky Traducción A.K.
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Dido y Eneas – Joseph Brodsky
Pero en la expresión «asombroso» se esconde una trampa lógica. Nos causa asombro lo que sobresale de la norma conocida y comúnmente aceptada, de una obviedad a la cual estamos acostumbrados. Pues bien, un mundo así, obvio, no existe. Nuestro asombro es autónomo y no procede de ninguna comparación de ningún tipo.
De acuerdo, en el habla cotidiana, la cual no recapacita sobre cada palabra, usamos expresiones como «la vida común», «los acontecimientos comunes»… Sin embargo, en la lengua de la poesía, donde se pesa cada palabra, ya nada es común. Ninguna piedra y ninguna nube sobre esa piedra. Ningún día y ninguna noche que le suceda. Y sobre todo, ninguna existencia particular en este mundo.
«Variaciones Goldberg. Aria.» – Johann Sebastian Bach, 1741 (Glenn Gloud, 1981)
Sonia Squicciarini
Para Kees Verheul
Holanda es un país plano
que pasa al fin y al cabo al mar,
ese que después de todo es Holanda.
Los peces no pescados
charlan entre ellos en holandés,
convencidos de que su libertad
es una mezcla entre litografía y encaje.
En Holanda no se puede
subir montañas,morir de sed
aún más difícil dejar huella
yéndote de casa en bicicleta
y a nado más todavía.
Los recuerdos son Holanda.
Y no se pueden retener
con ninguna presa.
En este sentido llevo viviendo
en Holanda mucho más tiempo
que las olas locales
que ruedan al horizonte
sin código postal.
Igual que estas líneas.
Joseph Brodsky de «Carta al oasis» Traducción Anastasia K.
Iósif Stalin
«La memoria, creo yo, es justamente la sustituta de la cola que perdimos durante nuestro feliz proceso de evolución. Dirige todos nuestros movimientos incluida la migración. Aparte de eso, el proceso de recordar nunca es lineal. Además, cuanto más recuerdas, más cerca estás de la muerte.
Si esto es así, siempre está bien que tu memoria tropiece. Más frecuentemente sin embargo se riza y se alisa, serpentea, igual que una cola y así debe ser también ser tu relato, aún a riesgo de parecer incoherente y aburrido. Al fin y al cabo, el aburrimiento es la forma más difundida de la existencia y sólo queda sorprenderse de lo poco que aparece en la literatura del siglo XIX con toda su tendencia al realismo.
Incluso si el escritor, armado con todo su talento, está dispuesto a pasar al papel los matices más insignificantes de su conciencia, sus intentos de reproducir esa cola en todo el esplendor de su espiral están condenados ya que la evolución no ha ocurrido en vano. La perspectiva de los años alisa las cosas hasta el punto de su total desaparición. Nada podrá devolverlas, ni siquiera las palabras manuscritas con sus letras serpenteantes. Y ese intento está aún más condenado al fracaso cuando tu cola termina en algún lugar de Rusia.»
«Menos que uno» – Joseph Brodsky Traducción Anastasia K.
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«Construcción» – Chico Buarque
Tarde otoñal de una ciudad humilde,
orgullosa de su presencia en el mapa
(el topógrafo a lo mejor, estaba inspirado
o le era cercano a la hija del juez).
Cansado de sus propias rarezas,
el Espacio se libera de la carga
de la grandeza, limitándose aquí
a los trazados de la calle principal
y el Tiempo, observa con cierto frío
en los huesos,la esfera del kiosko colonial,
y dentro de él,todo lo que ha podido parir
nuestro mundo, del telescopio al alfiler.
Aquí hay cine, salones, detrás de la esquina
un café tapado por la cortina,
un banco de ladrillo con el águila achatada
y la iglesia de cuya existencia,
y de sus redes expandidas
si no fuera por la cercanía del correo,
se olvidaría.
Y si aquí no concebieran niños
el cura bautizaría automóviles.
Aquí se alborotan saltamontes en silencio.
Y a las seis de la tarde,no hay ni un alma
como después de un ataque nuclear.
La luna sale a flote, encajada en el oscuro
cuadro de la ventana,igual que tu eclesiástico.
Sólo a veces, un ostentado Buick,
regará con sus faros el monumento
al Soldado Desconocido, volando hacia la nada.
Aquí no sueña con una mujer
sino con su propia dirección en el sobre.
Aquí por la mañana, al ver la leche agria
el lechero se dará cuenta de su muerte.
Aquí puede vivir, olvidarse del calendario,
tragar su bromo, no asomarse afuera.
Y reflejarse en el espejo como la farola
se refleja en el charco casi evaporado.
Joseph Brodsky. Traducción Anastasia K.
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«El hombre que casi conoció a Michi Panero» – Nacho Vegas (Canciones inexplicables,2001)

Joseph Brodsky en el entierro de Anna Ajmátova, Marzo 1966
Tarou parecía además haber sido favorablemente impresionado por una escena que se desarrollaba con frecuencia en el balcón que quedaba en frente de su ventana. Su cuarto daba a una pequeña calle trasversal donde había siempre gatos adormilados a la sombra de las tapias. Pero todos los días, después del almuerzo, a la hora en que la ciudad entera estaba adormecida por el calor, un viejecito aparecía en un balcón, del otro lado de la calle. El pelo blanco y bien peinado, derecho y severo en su traje de corte militar, llamaba a los gatos con un «minino,minino» dulce y distante a un tiempo. Los gatos levantaban los ojos, pálidos de sueño, sin decidirse a moverse. Él rompía pedacitos de papel sobre la calle y los animales, atraídos por esta lluvia de mariposas blancas, avanzaban hasta el centro de la calzada, alargando la pata titubeante hacia los últimos trozos de papel. El viejecito, entonces, escupía sobre los gatos con fuerza y precisión. Si uno de sus escupitajos daba en el blanco, reía.
(…)
Hoy el viejecito de enfrente está desconcertado. No hay gatos. Han desaparecido, en efecto, excitados por las ratas muertas que se descubren en gran número por las calles. En mi opinión no se puede pensar que los gatos coman ratas muertas. Recuerdo que los míos las detestaban. Pero eso no impide que corran a las bodegas y que el viejecito esté desconcertado. Está menos bien peinado, menos vigoroso. Se le ve inquieto; después de estar un rato en el balcón se fue para adentro. Pero había escupido una vez en el vacío.
«La peste» – Albert Camus
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«Hey you,looking at the moon» – Graham Nash (Wild tales)

«As good as it gets (Mejor imposible)», Jack Nicholson – James L. Brooks, 1997
«Ulises a Telémaco»
Querido Telémaco,
la Guerra de Troya
ha terminado. No recuerdo quién venció.
Los griegos, debe ser: los griegos, quién si no,
puede dejar en tierra extraña tantos muertos…
De todos modos, el camino que me lleva al hogar
resulta que se alarga demasiado.
Como si Poseidón, mientras perdíamos el tiempo,
hubiera dilatado el espacio.
Ignoro dónde estoy y lo que veo ante mí.
Al parecer, una isla, sucia, arbustos,
casas, gruñir de cerdos, un jardín
abandonado, cierta reina, hierba y pedruscos…
Telémaco, querido, en verdad
todas las islas se parecen una a otra
cuando es tan largo el viaje: el cerebro ya
va perdiendo la cuenta de las olas,
el ojo, tiznado de tanto horizonte, echa a llorar,
la carne de las aguas obtura el oído.
No recuerdo ya cómo acabó la guerra,
ni cuántos años tienes hoy recuerdo.
Hazte hombre, Telémaco, y crece.
Sólo los dioses saben si hemos de encontrarnos.
Tampoco ahora ya no eres el chiquillo
ante el cual detuve aquellos toros.
Hoy, de no ser por Palamedes, estaría a tu lado.
Pero tal vez sea mejor así: pues sin mí
te has librado de los males de Edipo,
y en tus sueños, Telémaco, ignoras el pecado.
«Ulises a Telémaco», 1972 – Joseph Brodsky (No vendrá el diluvio tras nosotros 1960 – 1996) Versión de Ricardo San Vicente