Ataxia.

W.H. Auden y Christopher Isherwood, 1930s

                                 «until a sudden shower
Fell willing into grass and closed the day,
Making choice seem a necessary error.»
W.H. Auden
«-what I dared not hope or fight for
is, in my fifties, mine, a toft-and-croft
where I needn’t, ever, be at home to

those I am not at home with, not a cradle,
a magic Eden without clocks,
and not a windowless grave, but a place
I may go both in and out of.»
W.H. Auden

Desliz básico.

Vladimir Nabokov (1907)

«No se encuentran nunca propiedades gloriosas en la naturaleza humana, sin que inmediatamente ciertas variedades extrañas de las mismas debieran degenerar, por infinitas matizaciones, en la imperfección más extrema. La propiedad de lo terriblemente sublime cuando llega a ser por completo antinatural se hace extravagante. En cuanto se consideran sublimes las cosas antinaturales, tanto si se les conceda poco como mucho, no son más que esperpentos. A quien le gusta lo extravagante y cree en ello, es un visionario y la afición a los esperpentos hace a uno un chiflado. Por otra parte, el sentimiento de lo bello degenera, cuando le falta completamente lo noble, y se dice que es ridículo. Si un varón tiene esa cualidad y es joven, se dice un fauto. Si es de mediana edad, entonces un fanfarrón. Puesto que lo sublime es lo más necesario para la edad mayor, un viejo fanfarrón es la criatura más despreciable de la naturaleza, lo mismo que un joven chiflado es lo más chocante y lo más insoportable. Las bromas y el buen humor van bien con el sentimiento de lo bello. Puede asimismo darse en ello bastante inteligencia y, según esto, poder estar más o menos próximo a lo sublime. Aquel en quien no se deja ver esa interrelación en su buen humor, desvaría. El que desvaría continuamente es necio. Se advierte con facilidad que hasta los cuerdos desvarian a veces, y que no se necesita poco ingenio para apartar algún tiempo el entendimiento de su sitio, sin que al hacerlo no se descuide nada. Aquel que no divierte ni conmueve con sus palabras o sus acciones es aburrido , el aburrido asimismo, en tanto se ocupa de hacer lo uno y lo otro, es insulso. El insulso, si es engreído, es un loco.«
Observaciones de lo bello y de lo sublime – Immanuel Kant (1790 -1793)

Lazo a distancia

Un poco de zumo en el fondo de un brick algo anciano. Tazas como pirámides por toda la habitación. El libro más querido resignado a ser posavasos. Olor a naranja y café. Varias fotos en la pared aunque odie las fotos. ¿Qué falta? Para eso está la noche.

Nan Goldin

despertaba sin darse cuenta en el hilo de escarcha
que delimita el sueño de la madrugada

abría los ojos a la luz de septiembre apoyaba
finalmente la cara en los empañados cristales sentía
la lluvia menuda diluir los pasos de ayer por las calles
se vestía lentamente con el vicio de la memoria
y salía por la ciudad para enfrentarse a una nueva
                                                                   [noche

se pintaba la cara y las manos como las putas
en Bousbir o en Alejandría vagaba
por el calor de las calles compraba nueces queso
                                                                    [fresco

pan algo de miel
hablaba con los vendedores de alfombras
proyectaba viajes
sabiendo que ni siquiera le abriría la puerta
a quien nos viniese a visitar

al paso regular de los trenes
el cuerpo se estremecía en el suelo de madera
dejaba que la cabeza pendiera fuera de la máscara
y poco a poco
releía lo que había escrito en el ácido de la noche
se observaba
oía el hablar misterioso y tenso de los nervios
por donde ascendía el deseo de asesinarme
ese terror silencioso
de quien sabe envejecer solo
sin que del cuerpo haya entrevisto nunca felicidad
                                                                      [alguna
«5» – Al Berto ( Una existencia de papel, 1993)

Óyelos llover.

Hartford Gooden, 41, from Hooks, Texas

Hard_Ground_2_sm.jpg

Jerry Freeman, 50, from Haines City, Florida.

Michael O’Brien (fotografías de «Hard Ground» con poemas de Tom Waits)

Once when the lawn was a golden green
and the marbled moonlit trees rose like fresh memorials
in the scented air, and the whole contryside pulsed
with the chirr and murmur of insects, I lay in the grass,
feeling the great distances open above me, and wondered
what I would become and where I would find myself,
and though I barely existed, I felt for an instant
that the vast star-clustered sky was mine, and I heard
my name as if for the first time, heard the way
on hears the wind or the rain, but faint and far off
as though it belonged not to me but to the silence
from which it had come and to which it would go.
«My name» – Mark Strand

Una vez, cuando la hierba era de un verde dorado
y a la luz de la luna los árboles policromos se erguían como
     monumentos fúnebres recientes
en el aire perfumado, y todo el campo latía
con el chirrido y murmullo de los insectos, yo estaba
      tumbado sobre la hierba,
mientras sentía cómo las grandes distancias se abrían sobre
    mí y me preguntaba
qué llegaría a ser y dónde me encontraría a mí mismo
y, aunque apenas existía, durante un momento sentí
que el vasto cielo cuajado de estrellas era mío, y oí
mi nombre como si lo oyera por primera vez, lo oí a la
    manera
en que oímos el vieno o la lluvia, pero tenue y lejano,
como si no me perteneciera a mí, sino al silencio
del que había venido y al que regresaría.
«Mi nombre» – Mark Strand (Hombre y camello. Poemas,2006)

«>
«Martha» – Tom Waits (Closing Time, 1973)

Habíamos quedado en repetirnos.

Gordon Matta Clark

«Ella tenía en las manos un horrible ramo de flores preocupantemente amarillas. No sé cómo demonios se llaman pero por alguna razón son las primeras que aparecen en Moscú. Esas flores se veían muy bien en contraste con su abrigo negro. ¡Llevaba flores amarillas! Un color muy desagradable. Ella giró la esquina de Tverskiy y miró hacia atrás. ¿Conoce Tverskiy? Por allí pasan miles de personas pero le juro que ella sólo me vió a mí y miró ya no con preocupación pero incluso con cierta tristeza. Y me fascinó no tanto su belleza como esa increíble soledad que había en sus ojos.
Sometiéndome a esa señal amarilla también giré la esquina y seguí sus pasos. Caminabamos por la torcida y triste calle sin dirigirnos la palabra pero yo por un lado de la acera y ella por el otro. Imagínese, no había nadie en toda la calle. Yo sufría porque tenía la sensación de que tenía que hablar con ella como fuera y me preocupaba el no ser capaz de pronunciar una palabra y entonces ella se iría y nunca la volvería a ver.
Y, figúrese, de repente habló ella:
-¿Le gustan mis flores?
Me acuerdo perfectamente de cómo sonó su voz: baja y a ratos rota y de cómo, y aunque parezca tonto, me pareció que el eco sonó por la calle golpeando la sucia pared amarilla. Rápidamente me pasé a su lado de la acera y contesté:
-No.
Ella me miró sorprendida y, de repente y de forma completamente repentina, comprendí que ¡toda la vida había amado justo a esa mujer! ¿Parece una broma no? ¿Usted dirá que estoy loco verdad?».

«Maestro y Margarita» – Mijaíl Bulgakov Traducción Anastasia K,

Abril



Franco Fontana



Oir a una señora decirle a un vagabundo: «Deberías echar la lotería o algo».

Que una niña de 5 años a la que le das clase te diga que está «estupendamente» y que seguramente sea cierto.

Ver en un día al menos tres muchachas de pelo verde.

Pensar que es verano de tantas veces que te han dicho que es primavera.

Ver como los chinos del todo a cien venden flores como churros.

Que los días terminen muy tarde y las noches ya no consigan empezar del todo.

Ver al señor de siempre, con su bici de siempre y su casco de moto de siempre.

Quedarse tranquila al saber que lo que dicen las niñas de doce años, reunidas en el portal de enfrente, traumatiza igual en enero que en abril.

Ver como decae el azahar pero seguir robando alguna rama cuando nadie mira.

Estar segura de que el invierno ha terminado pero no saber muy bien para quién.

Como si no…

Barajar caras y sus historias, hacer como que escuchas y saber disimular, quedarte con mucho y restarle importancia. Decir algo, arrepentirte, decirlo de nuevo y entenderlo.

J.D. Salinger

Recuerdo con horror nuestro pacto:
amor era también dejar en paz.
El que ama no puede definir,
meter al otro en su expectativa
o en la imagen de algo que ha ocurrido
y exigir que ocurra de nuevo.
El dedo que crea los labios del otro
no puede escribirlos
en su idea preconcebida. Evidente.

Pero ahora tienes que darme los rasgos
con los que estás familiarizado. Sólo lo que tú sabes de mí
puede retenerme aquí.
No me dejes en paz para que me transforme
en algo que ninguno de los dos ha previsto.
Sujétame con palabras que me conocen.

Kjell Espmark (Voces sin tumba, 2005 Traducción Francisco J. Uriz)

Reóforo

Sonia Squicciarini

                                                                          Para Kees Verheul

Holanda es un país plano
que pasa al fin y al cabo al mar,
ese que después de todo es Holanda.
Los peces no pescados
charlan entre ellos en holandés,
convencidos de que su libertad
es una mezcla entre litografía y encaje.
En Holanda no se puede
subir montañas,morir de sed
aún más difícil dejar huella
yéndote de casa en bicicleta
y a nado más todavía.
Los recuerdos son Holanda.
Y no se pueden retener
con ninguna presa.
En este sentido llevo viviendo
en Holanda mucho más tiempo
que las olas locales
que ruedan al horizonte
sin código postal.
Igual que estas líneas.
Joseph Brodsky de «Carta al oasis» Traducción Anastasia K.

A lo Thaler.

Elliott Erwitt

se sumergen a proa del
beso, el cuerpo de ellos
mutilando el de ellas como
un animal afligido, ellas
estrechas en la cama, apenas
un puñado de víveres, la
sangre iluminando las
sábanas y las manos excavadas
en el pecho, ellas malignas,
llenas de gracia

casi evaporan con los
ríos, y caen de las
nubes repartidas
sobre los hombres con
una voracidad aterradora

y ellos son las larvas
alojadas en el sexo ocre
que ellas traen, devorándoles
la miga para volverse
los predadores meticulosamente creados
a la medida del miedo de ellas

valer hugo mãe (Folclore íntimo, 2011)

«>
«Knives out» – Radiohead