Reflejo felino.

«Joven pareja» – Bruce Davidson, 1958


REFLEJO FELINO


Este poema se ha trasladado a un cajón o a alguno de los países del Este por mudar de pelo y de costumbres (más por parte de la autora). Si os causa algún interés, sobre todo si es tierno, no tenéis más que pedírmelo por correo, paloma mensajera o con señales de humo.

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«Californication» – Red Hot Chili Peppers (Californication,1999)

Simultaneidad y juegos de sillas.

«Truman Capote in New York City» – Arnold Newman, 1977

«…yo prohíbo, por lo demás, toda conjetura acerca de quién es el descrito por mí en este pasaje.
«El genio del corazón, tal como lo posee aquel gran oculto, el dios-tentador y cazarratas nato de las conciencias, cuya voz sabe descender hasta el inframundo de toda alma, que no dice una palabra, no lanza una mirada en las que no hay un propósito y un guiño de seducción, de cuya maestría forma parte el saber parecer – y no aquello que él es, sino aquello que constituye, para quienes lo siguen, una compulsión más para acercarse cada vez más a él, para seguirle de un modo cada vez más íntimo y radical: – el genio del corazón, que a todo lo que es ruidoso y se complace en sí mismo lo hace enmudecer y le enseña a escuchar, que pule las almas rudas y les da a gustar un nuevo deseo, – el de estar quietas como un espejo, para que el cielo profundo se relfeje en ellas -; el genio del corazón, que a la mano torpe y apresurada le enseña a vacilar y a coger las cosas con mayor delicadeza, que adivina el tesoro oculto y olvidado, la gota de bondad y de dulce espiritualidad escondida bajo el hielo grueso y opaco y es una varita mágica para todo grano de oro que yació largo tiempo sepultado en la prisión del mucho cieno y arena; el genio del corazón, del cuyo contacto todo el mundo sale más rico, no agraciado y sorprendido, no beneficiado y oprimido como por un bien ajeno, sino más rico de sí mismo, más nuevo que antes, removido, oreado y sonsacado por un viento tibio, tal vez más inseguro, más delicado, más frágil, más quebradizo pero lleno de esperanzas que aún no tienen nombre, lleno de nueva voluntad y nuevo fluir, lleno de nueva contravoluntad y nuevo refluir…» «

«Ecce Homo» – Friedrich Nietzsche (1844 – 1900), 1888

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«Walk on the wild side» – Lou Reed ( Transformer, 1977)

Desayuno con andamios.

Al fin decido publicar un poema propio. Los días de verano aparte de calurosos resultan insultantemente largos así que la culpa de cualquier desvarío que podréis encontrar es enteramente suya. Ya sé que las excusas siempre son odiosas e inecesarias pero qué le vamos a hacer…


«9th Avenue Elevated armiture in Harlem, on 8th Avenue near 127th Street» – Andreas Feininger , 1940

DESAYUNO CON ANDAMIOS

Este poema se ha trasladado a un cajón o a alguno de los países del Este por mudar de pelo y de costumbres (más por parte de la autora). Si os causa algún interés, sobre todo si es tierno, no tenéis más que pedírmelo por correo, paloma mensajera o con señales de humo.

Te toca.

«Sin título (Muchacha con globo)» – Heinz Held, 1960

» Si bastase con amar, las cosas serían demasiado sencillas. Cuanto más se ama tanto más se consolida lo absurdo. No es por falta de amor por lo que Don Juan va de mujer en mujer. Es ridículo presentarlo como un iluminado en busca del amor total. Pero tiene que repetir ese don y ese ahondamiento porque ama a todas con el mismo ardor y cada vez con todo su ser. De ahí que cada una espere darle lo que nadie le ha dado nunca. Ellas se engañan profundamente cada vez y sólo consiguen hacerle sentir la necesidad de esa repetición. «Por fin -exclama una de ellas- te he dado el amor». ¿Sorprenderá que Don Juan se ría de ella? «¿Por fin? -dice-; no, sino una vez más». ¿Por qué habría de ser necesario amar raras veces para amar mucho?
(…)
Pero es malo detenerse, difícil contentarse con una sola manera de ver, privarse de la contradicción, la más sutil, quizá, de todas las fuerzas espirituales. Lo que precede define solamente una manera de pensar. Pero se trata de vivir. «
«El mito de Sísifo» – Albert Camus(1913 – 1960) , 1942

Consentimiento práctico, ignorancia simulada y amén.

«Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s)» – Blake Edwards, (1961)

A : Si quieres conocer a un hombre,
dale poder.

B: Si me quieres bien,tus obras
me lo dirán.

C: Tampoco existe el amor,
sólo puedes dar pruebas de él.

D: Gritar es digno.

«A B C D » – Joan Brossa (Versión de Carlos Vitale)

Lo que más cerca está y lo que menos se le parece.

«Moskva slezam ne verit (Moscow dosen’t believe in tears)» – Vladimir Menshov,1980

«One Art»

The art of losing isn’t hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn’t hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother’s watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn’t hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn’t a disaster.

–Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan’t have lied. It’s evident
the art of losing’s not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.

«One Art» – Elisabeth Bishop(1911 – 1979)

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Si me costara lo mismo callarme que hablar.

Errol Flynn, Nora Flynn, Rita Hayworth and Orson Welles in Acapulco, Mexico. 1946

«…un hombre que no dice sino tonterías incluso «sin vistas a ningún provecho», no es el mejor contrincante para una discusión que imaginarse pueda, ni como atacante ni como defensor. Confieso, sin embargo, que la autoridad de un médico, y de buena reputación, puede parecer de mayor peso que mi prejuicio, pero insisto en alegar mi experiencia, que superaba la suya en 7.000 gotas [de láudano equivalentes a 280 granos de opio] diarias. Y aunque no era posible suponer que alguien dedicado a la medicina desconociera los síntomas característicos de la intoxicación etílica, se me ocurría sin embargo que quizá incurriera en el error lógico de usar la palabra intoxicación con excesiva latitud, y extenderla genéricamente a todas las formas de excitación nerviosa, en vez de restringirla a la expresión de un tipo específico de excitación, relacionado con ciertos diagnósticos. Hay quien mantiene, según he podido oír, haberse emborrachado con té verde, y en Londres un estudiante de medicina, cuyos conocimientos de la profesión tengo motivos para admirar, me aseguraba el otro día que un paciente, tras haberse recuperado de una enfermedad, se emborrachó con un bistec. «

«Confesiones de un inglés comedor de opio (Confessions of an english opium – eater.)» – Thomas De Quincey, 1821

Cuando los camaleones se vuelven daltónicos.

«Jack Lemmon & Harold Lloyd» – Leo Fuchs, 1964

«El mundo está bien hecho»

Perdidamente enamorada la mujer del sombrero enorme, caía torrencialmente en forma de pirata que viene a sacudir todos los árboles, a elevar hacia el cielo las raíces desengañadas que no sonríen ya con sus dientes de esmeralda. ¿Qué esperaba? Tras la lluvia el corazón se apacigua, empieza a cantar y sabe reír para que los pájaros se detengan a decir su recado misterioso. Pero la prisa por florecer, este afán por mostrar los oídos de nácar como un mimo infantil, como una caricia sin las gasas, suele malograr el color de los ojos cuando sueñan. ¿Por qué aspiras tú, tú, y tú también, tú , la que ríes con tu turbante en el tobillo, levantando la fábula del metal sonorísimo; tú, que muestras tu espalda sin temor a las risas de las paredes? Si saliéramos, si nos perdiéramos en el bosque, encontraríamos la luna cambiando, ajustando a la noche su corona abolida, prometiéndole una quietud como un gran beso. Pero los árboles se curvan, pesan, vacilan y no me dejan fingir que mi cabeza es más liviana que nunca, que mi frente es un arco por el que puede pasar nuestro destino. ¡Vamos pronto! ¡Avivemos el paso! ¿No ves que, si te retrasas, las conchas de la orilla, los caracoles y los cuentos cansados abrirán su vacilación nacarina para entonar su vaticinio subyugante? Corramos, antes que los telones se desplieguen. Antes que los pelos del lobo, que el hocico de la madriguera, que los arbustos de la catarata se ericen y se detengan en su caída. Antes que los ojos de este subuselo se abran de repente y te pregunten. Corramos hacia el espanto.

Pero no puedes. Te sientas. Vacilas pensando que los pinchos no existen más que para bisbisear su ensueño, para acariciarte tus extremos. Tus uñas no son hierro, ni cemento, ni cera, ni catedrales de pórfido para niños maravillados. No las besarán las auroras para mirarse las mejillas, ni los ríos cantarán la canción de las guzlas, mientras tú extiendes tu brazo hacia el ocaso, hasta tocar, tamborilear la mañana reflejada. Entonces, vámonos. Me urge. Me ansía. Me llama la realidad de tu panoplia, de las cuatro armas de fuego y de luna que me aguardan tras de los valles romancescos, tras de ti, sombrío desenvolvimiento en espiral. Por eso tú llevas una cruz violeta en el pecho, una cruz que dice: «Este camino es verde como el astro más reciente, este que está naciendo en el ojo que lo mira.» La cruz toca tu seno, pero no se hiere; llega a las palmas de tus manos, pero no desfallece; sube hasta la sinrazón de las luces, hasta la gratuidad de su nimbo donde las flechas se deshacen.

Si hemos llegado ya, estarás contemplando cómo la pared de cal se ha convertido en lava, en sirena instantánea de «Dime, dime para que te responda»; de «Ámame para que te enseñe»; de «Súmete y aprenderás a dar luz en forma de luna», en forma de silencio que bese la estepa del gran sueño. «Ámame», chillan los grillos. «Ámame», claman los cactos sin sus vainas. «Muere, muere», musita la fría, la gran serpiente larga que se asoma por el ojo divino y encuentra que el mundo está bien hecho.
«El mundo está bien hecho» – Vicente Aleixandre ( Pasión de la tierra,1928-1929)

Si pudiera verme en el espejo.


«As good as it gets (Mejor imposible)», Jack Nicholson – James L. Brooks, 1997

«Ulises a Telémaco»

Querido Telémaco,
la Guerra de Troya
ha terminado. No recuerdo quién venció.
Los griegos, debe ser: los griegos, quién si no,
puede dejar en tierra extraña tantos muertos…
De todos modos, el camino que me lleva al hogar
resulta que se alarga demasiado.
Como si Poseidón, mientras perdíamos el tiempo,
hubiera dilatado el espacio.
Ignoro dónde estoy y lo que veo ante mí.
Al parecer, una isla, sucia, arbustos,
casas, gruñir de cerdos, un jardín
abandonado, cierta reina, hierba y pedruscos…
Telémaco, querido, en verdad
todas las islas se parecen una a otra
cuando es tan largo el viaje: el cerebro ya
va perdiendo la cuenta de las olas,
el ojo, tiznado de tanto horizonte, echa a llorar,
la carne de las aguas obtura el oído.
No recuerdo ya cómo acabó la guerra,
ni cuántos años tienes hoy recuerdo.

Hazte hombre, Telémaco, y crece.
Sólo los dioses saben si hemos de encontrarnos.
Tampoco ahora ya no eres el chiquillo
ante el cual detuve aquellos toros.
Hoy, de no ser por Palamedes, estaría a tu lado.
Pero tal vez sea mejor así: pues sin mí
te has librado de los males de Edipo,
y en tus sueños, Telémaco, ignoras el pecado.
«Ulises a Telémaco», 1972 – Joseph Brodsky (No vendrá el diluvio tras nosotros 1960 – 1996) Versión de Ricardo San Vicente

Y que nos digan que lloverá.


«Musician in the rain» – Robert Doisneau (1912 – 1994)

«Rain»

Rain, midnight rain, nothing but the wild rain
On this bleak hut, and solitude, and me
Remembering again that I shall die
And neither hear the rain nor give it thanks
For washing me cleaner than I have been
Since I was born into this solitude.
Blessed are the dead that the rain rains upon:
But here I pray that none whom once I loved
Is dying tonight or lying still awake
Solitary, listening to the rain,
Either in pain or thus in sympathy
Helpless among the living and the dead,
Like a cold water among broken reeds,
Myriads of broken reeds all still and stiff,
Like me who have no love which this wild rain
Has not dissolved except the love of death,
If love it be for what is perfect and
Cannot, the tempest tells me,
disappoint.
«Rain» – Edward Thomas,(Six Poems,1916)


«Don’t panic» – Coldplay (Parachutes,2000)