Jet Lag

«Helmut Newton» – Suzy Menkes

Al despertarme esta mañana
he notado un erizo en mi boca,
eso es que tengo
algo que recordar.

Me miras sin dar nada por hecho
y de fondo, la sombra del día
se exhibe cruzando la calle,
en el cebrado va pisando en lo negro.

En la mesa,
el tribunal de botellas vacías
aún conserva la noche y los cuerpos
en sus acristaladas entrañas.

Mi mirada se choca contra el techo
y desvío la vista hacia tus fotos,
fríos rastros de días pasados,
caras empaquetadas al vacío.

(Sé que en esta bañera sin fondo,
al amanecer siempre sobran pirañas.)

Las agujas de plomo, errantes
se han perdido en un vaivén invisible
y aunque intente traspasar el espejo
mi reflejo me acabará dando en la nuca.

Convendría un blues,
quizá escuchar el latido del suelo
o quizá,
darle paso al silencio
y guardar este vago intento de amor
como un viejo abrigo en desuso.
«Jet lag» – Anastasia K.
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«Little by little» – Oasis (Heathen chemistry, 2002)

La autobiografía del frigorífico.

Igor Stravinsky,Nueva york,1966 – Arnold Newman

I
Un hombre viejo está sentado
A la sombra de un pino
En China.
Ve una consólida,
Blanquiazul,
Al borde de la sombra,
Moverse con el viento.
Su barba ondea con el viento.
El pino ondea con el viento.
Así el agua fluye
Sobre la maleza.

II
La noche es de color
De un brazo de mujer:
Noche, la hembra,
Oscura
Fragante y flexible,
Se oculta.
Una charca brilla
Como un brazalete
Que se agita en la danza.

III
Me mido a mí mismo
En un árbol alto.
Descubro que yo soy mucho más alto,
Porque alcanzo directamente al sol,
Con mi ojo;
Y alcanzo a la orilla del mar
Con mi oído.
Aún así, no me gusta
La forma en que las hormigas
Entran y salen de mi sombra.

IV
Cuando mi sueño estaba cerca de la luna
Los blancos pliegues de su falda
Se llenaron de luz amarilla.
Las plantas de sus pies
Enrojecieron.
Su cabellera se llenó
De azules cristalizaciones
Provenientes de las estrellas
No lejanas.

V
Ni todas las cuchillas de los postes,
Ni los escoplos de las largas calles,
Ni los mazos de las cúpulas
Y altas torres
Pueden tallar
Lo que puede tallar una estrella
Cuando brilla a través de las hojas de parra.

VI
Los racionalistas, con sombreros cuadrados,
Piensan, en estancias cuadradas,
Mirando al suelo,
Mirando al techo.
Se limitan
A triángulos rectángulos.
Si intentasen romboides,
Conos, sinuosidades, elipses
-Como, por ejemplo, la elipse de la media luna-
Los racionalistas llevarían sombreros
«Seis paisajes significativos» – Wallace Stevens

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«The Passenger» – Iggy Pop (Lust of life, 1977)

No os engañéis, aparecen nombres.


Joseph Brodsky en el entierro de Anna Ajmátova, Marzo 1966

Tarou parecía además haber sido favorablemente impresionado por una escena que se desarrollaba con frecuencia en el balcón que quedaba en frente de su ventana. Su cuarto daba a una pequeña calle trasversal donde había siempre gatos adormilados a la sombra de las tapias. Pero todos los días, después del almuerzo, a la hora en que la ciudad entera estaba adormecida por el calor, un viejecito aparecía en un balcón, del otro lado de la calle. El pelo blanco y bien peinado, derecho y severo en su traje de corte militar, llamaba a los gatos con un «minino,minino» dulce y distante a un tiempo. Los gatos levantaban los ojos, pálidos de sueño, sin decidirse a moverse. Él rompía pedacitos de papel sobre la calle y los animales, atraídos por esta lluvia de mariposas blancas, avanzaban hasta el centro de la calzada, alargando la pata titubeante hacia los últimos trozos de papel. El viejecito, entonces, escupía sobre los gatos con fuerza y precisión. Si uno de sus escupitajos daba en el blanco, reía.
(…)
Hoy el viejecito de enfrente está desconcertado. No hay gatos. Han desaparecido, en efecto, excitados por las ratas muertas que se descubren en gran número por las calles. En mi opinión no se puede pensar que los gatos coman ratas muertas. Recuerdo que los míos las detestaban. Pero eso no impide que corran a las bodegas y que el viejecito esté desconcertado. Está menos bien peinado, menos vigoroso. Se le ve inquieto; después de estar un rato en el balcón se fue para adentro. Pero había escupido una vez en el vacío.
«La peste» – Albert Camus

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«Hey you,looking at the moon» – Graham Nash (Wild tales)

Tranquilos, hay para todos.

«Henri Matisse» – Henri Cartier-Bresson


ESTILO ABSTRACTO
Otra caracterísitca suya [de los filósofos y ensayistas alemanes posteriores a Kant] es que siempre que pueden (…) eligen la expresión más abstracta, mientras que las personas de talento eligen en cambio la más concreta, porque esta hace más intuitiva la cosa, y la intuición es la fuente de toda evidencia. (…) La razón de esa forma de proceder es que las expresiones abstractas e indeterminadas siempre dejan abierta alguna puerta trasera, cosa que mucho les gusta a aquellos a quienes la tácita conciencia de su incapacidad les infunde un constante temor a todas las expresiones decididas.

ESTILO DESCUIDADO
Pocos escriben como construye un arquitecto, que primero ha trazado sus planos y los ha pensado hasta los últimos detalles, sino que la mayoría lo hace como se juega a dominó. En efecto, al igual que en ese juego se van perdiendo fichas una junto a otra, en parte siguendo un propósito, en parte al azar, así también sucede con la coherencia y la concatenación de las frases. Apenas saben qué figura resultará en conjunto y dónde va a ir a parar todo. Muchos no saben ni siquiera eso, sino que escriben igual que los pólipos de coral construyen: juntan un periodo a otro, y que sea lo que Dios quiera.

ESTILO DIFÍCIL
Todos los autores mediocres tratan de enmascarar el estilo que les es propio y natural (…) y tienden a dar la apariencia de que han pensado cosas más profundad que lo que en realidad ha sido el caso. Por ello, presentan lo que tienen que decir en giros forzados y difíciles, con palabras recién creadas y periodos excesivamente largos, que dan vueltas alrededor del pensamiento y lo ocultan. Oscilan así entre el intento de comunicarlo y el de esconderlo. Lo que les gustaría es recortarlo y persentarlo de tal manera que recibiese una apariencia erudita o profunda, para que se piense que detrás hay más que lo que en ese momento se percibe.

ESTILO ININTELIGIBLE
Nada más fácil que escribir de manera que no haya quien lo entienda, al igual que nada es más difícil que expresar pensamientos de peso de modo tal que nadie pueda decir que no los entiende. Lo ininteligible está emparentado con la carencia de inteligencia y, en todo caso, es infinitamente más probable que esconda una mistificación que un pensamiento muy profundo.

ESTILO «SUBJETIVO»
El estilo no debe ser subjetivo, sino objetivo, para lo que es necesario disponer las palabras de manera que fuercen al lector a pensar exactamente lo mismo que ha pensado el autor. Pero esto solo se logrará cuando el autor tenga en cuenta constantemente que los pensamientos siguen la ley de la gravedad: recorren el camino de la cabeza al papel mucho más fácilmente que el que va del papel a la cabeza.

«Parerga y paralipómena» – Arthur Schopenhauer, 1868

Siempre lo contrario.

Intentas escribir algo sorprendente, ingenioso. Pretendes fingir un poco, exagerar otro tanto y dramatizar sentimientos.Piensas que es justo ahora, en este verso, donde vas a volcar todo lo negativo que llevas tiempo acumulando. Dando nombres y fechas. Mencionando situaciones y conversaciones concretas para que no haya lugar a dudas. Y cuando lo relees te das cuenta de que no podría estar más lejos de todo lo que intentabas decir. «Quizá no sea el momento» piensas. Y resulta una explicación de lo más conciliadora.

Jacques Prévert, París – Robert Doisneau

Las dos de la tarde.
Sillas, pasos, ruido de mandíbulas.
Hay un niño
llorando por costumbre
en la mesa de al lado.
También los camareros
se agarran a la costumbre
para no mandar al carajo
al típico pesado
que los llama de usted.

Bebo agua.
No por abstinencia
sino porque el vaso de vino
tiene un extraño reflejo
de algo que parece suciedad.
De todas formas,
no conviene emborracharse
cuando se está sola.
Siempre se necesita a alguien
que luego te reconstruya
la palabrería inútil
que anda suelta
después de la tercera copa.
Esa que por otra parte,
al menos en mi caso,
es la más provechosa.

Olvido mi provisional ley seca
establecida por la vaguería
del lavavajillas.
Cuando traen el bistec,
el cuchillo, como no,
no sería una amenaza
ni para un trozo de paté.
Así que también tocará
ponerme a régimen;
porque después de tanta agua
no me apetece nada
convertirme en la típica pesada
que llama a los camareros de usted.

El ritmo de las mandíbulas
disminuye con el postre,
eso sí,
el niño no se rinde.

Resulta que comer sola
no es desagradable
por la orfandad de la silla de enfrente,
sino por no tener a nadie
a quien poder quejarme
por aquel extraño reflejo
(a las tres sentencio
que definitivamente es suciedad)
en mi copa de vino vacía.

«Juego de sillas» – Anastasia K.

«Fast car» – Tracy Chapman (Tracy Chapman,1988)

Fácil, en teoría.

Marlon Brando – «Streetcar named Desire(Un tranvía llamado Deseo)»,1951 by Elia Kazan

16 DE MAYO.

Ahora bien, yo aconsejo a quien no tiene seguridad ni de la mano ni de los ojos y por ende de la victoria, que intente sus maniobras amorosas en el primer estadio de la pasión, porque entonces al mismo tiempo que está dominado por las fuerzas sobrenaturales, también las posee dentro de sí mismo, y este dominio nace de una singular mezcla de simpatía y egoísmo.
Pero en este estadio le faltará goce: el goce de la situación, porque él mismo resulta sometido y se sumerge y se oculta en ella. Obtener lo más hermoso es siempre difícil; lograr lo interesante, en cambio, es fácil. Pero siempre es conveniente aproximarse a la cosa lo más posible: éste es el verdadero deleite, y no alcanzo a comprender qué goce buscan otros en su lugar. La mera posesión es algo vulgar y también los recursos de que se sirven tales enamorados son casi siempre bastante mezquinos: no vacilan en emplear el dinero, el poder, la influencia ajena y aun los narcóticos. ¿Qué placer puede brindar un amor si no contiene en sí mismo el abandono absoluto de una de las partes? Siempre es indispensable el espíritu y el espíritu falta comúnmente a esta clase de enamorados.

31 DE JULIO.

He escrito hoy una carta de amor para otro. Encuentro interesante identificarme mediante este recurso con una situación ajena sin tener que sacrificar nada de mi tranquilidad.
Enciendo la pipa, escucho los detalles que me da y le pido las cartas que ella le escribió. Traté siempre de estudiar cómo escribe una joven. El otro está allí como una laucha enamorada y me lee esas cartas, lectura que interrumpo de vez en cuando con alguna breve observación. La muchacha sabe escribir, tiene sentimiento, buen gusto, es prudente; a buen seguro amó ya en la vida, etc.
Por otra parte, cumplo una buena acción, reúno a dos jóvenes a luego me quito de en medio. Cada vez que hago feliz a una pareja, busco para mi luego una víctima, pero procuro la dicha de dos personas y la desdicha de una, a lo sumo. Soy honrado y digno de confianza; nunca engañé a nadie si confió en mi.
Naturalmente yo también logro mi pequeña ganancia, pero es un tributo de derecho. ¿Por qué gozo de tanta confianza? Porque sé latín, estudio celosamente y me guardo para mí mis historias. ¿No soy digno de tanta confianza? Nunca abusé de ella.
«El diario de un seductor» – Soren Kierkegaard

¿Podríamos…? Creo que no. ¿Y si…? Menos todavía.

Vasco Szinetar, E.M. Cioran. París. Vasco Szinetar, 1980

…»She is an excellent girl, very petite, like a pretty parrot, and much too nice; her kindness becomes cruel. Though she doesn’t understand that she is being cruel. For example Angelita and Carlos want me to live with them after they are married, all of us together in one apartment. It was her idea, but Carlos says yes! yes! we must all stay together and from now on he and I will live like brothers. That is the reason I have to kill him. He could never have loved me, not if he could ignore my enduring such hell. He says, ‘Yes, I love you, Jaime; but Angelita – this is different.’ There is no difference. You love or you do not. You destroy or you do not. But Carlos will never understand that. Nothing reaches him, nothing can – only a bullet or a razor.»
She wanted to laugh; at the same time she couldn’t because she realized he was serious and also because she well knew how true it was that certain persons could only be made to recognize the truth, be made to understand, by subjecting them to extreme punishment
Nevertheless, she did laugh, but in a manner that Jaime would not interpret as genuine laughter. It was something comparable to a sympathetic shrug. «You could never kill anyone Jaime.»
He began to comb her hair; the tugs were not gentle, but she knew the anger implied was against himself, not her. «Shit!» Then : «No. And that’s the reason for most suicides. Someone is torturing you. You want to kill them, but you can’t. All that pain is because you love them, and you can’t kill them because you love them. So you kill yourself instead.»
Leaving, she considered kissing him on the cheek, but settled for shaking his hand. «I know how trite this is, Jaime. And for the moment certainly no help at all. But remember – there is always somebody else. Just don’t look for the same person, that’s all.»

«Music for Chameleons» – Truman Capote

Ninety nine red balloons.

Ingmar Bergman(1918 – 2007)

Me faltan algunos odios todavía.
Estoy seguro de que existen.
Céline.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el locutor deportivo
de la radio del vecino
esos domingos por la tarde.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el macaco de uniforme
que sentencia -arma
al cinto- que el semáforo
no estaba en ámbar, sino en rojo.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el cívico paleto
vestido de payaso
que te dice
que no se permiten perros
en el parque.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con la gente que choca contigo
por la calle
cuando vas cargado
con las bolsas de la compra
o un bidón de queroseno
para una estufa
que en cualquier caso
no funciona.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con los automovilistas
cuando pisas un paso de peatones
y aceleran.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el neandertal en cuyas manos
alguien ha puesto
ese taladro de percusión.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
cuando le dejas un libro a alguien
y te lo devuelve en edición fascicular.

El odio es una edición crítica
de Góngora.

El odio son las campanas
de la iglesia
en mañanas de resaca.

El odio es la familia.

El odio es un cajero
que se niega a darte más billetes
por imposibilidad transitoria
de comunicación con la central.

El odio es una abogada
de oficio
aliándose con el representante
de la ley
a las ocho de la mañana
en una comisaría
mientras sufres un ataque
de hipotermia.

El odio es una úlcera
en un atasco.

El odio son las palomitas
en el cine.

El odio es un cenicero
atestado de cáscaras de pipa.

El odio es un teléfono.

El odio es preguntar por un teléfono
y que te digan que no hay.

El odio es una visita
no solicitada.

El odio es un flautista
aficionado.

El odio
en estado puro
es retroactivo
personal
e intransferible.

El odio es que un estúpido
no entienda
tu incomprensión,
tu estupidez.

El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con este poema
si tu pluma
valiera
su pistola.

«El Odio» – Roger Wolfe

«Waitin’ on a sunny day» – Bruce Springsteen ( The Rising,2002)

Simultaneidad y juegos de sillas.

«Truman Capote in New York City» – Arnold Newman, 1977

«…yo prohíbo, por lo demás, toda conjetura acerca de quién es el descrito por mí en este pasaje.
«El genio del corazón, tal como lo posee aquel gran oculto, el dios-tentador y cazarratas nato de las conciencias, cuya voz sabe descender hasta el inframundo de toda alma, que no dice una palabra, no lanza una mirada en las que no hay un propósito y un guiño de seducción, de cuya maestría forma parte el saber parecer – y no aquello que él es, sino aquello que constituye, para quienes lo siguen, una compulsión más para acercarse cada vez más a él, para seguirle de un modo cada vez más íntimo y radical: – el genio del corazón, que a todo lo que es ruidoso y se complace en sí mismo lo hace enmudecer y le enseña a escuchar, que pule las almas rudas y les da a gustar un nuevo deseo, – el de estar quietas como un espejo, para que el cielo profundo se relfeje en ellas -; el genio del corazón, que a la mano torpe y apresurada le enseña a vacilar y a coger las cosas con mayor delicadeza, que adivina el tesoro oculto y olvidado, la gota de bondad y de dulce espiritualidad escondida bajo el hielo grueso y opaco y es una varita mágica para todo grano de oro que yació largo tiempo sepultado en la prisión del mucho cieno y arena; el genio del corazón, del cuyo contacto todo el mundo sale más rico, no agraciado y sorprendido, no beneficiado y oprimido como por un bien ajeno, sino más rico de sí mismo, más nuevo que antes, removido, oreado y sonsacado por un viento tibio, tal vez más inseguro, más delicado, más frágil, más quebradizo pero lleno de esperanzas que aún no tienen nombre, lleno de nueva voluntad y nuevo fluir, lleno de nueva contravoluntad y nuevo refluir…» «

«Ecce Homo» – Friedrich Nietzsche (1844 – 1900), 1888

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«Walk on the wild side» – Lou Reed ( Transformer, 1977)

Consentimiento práctico, ignorancia simulada y amén.

«Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s)» – Blake Edwards, (1961)

A : Si quieres conocer a un hombre,
dale poder.

B: Si me quieres bien,tus obras
me lo dirán.

C: Tampoco existe el amor,
sólo puedes dar pruebas de él.

D: Gritar es digno.

«A B C D » – Joan Brossa (Versión de Carlos Vitale)