A tientas.


Audrey Hepburn – The Nun Story (Leo Fuchs , 1958)

«Posibilidades»
Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

«Posibilidades» – Wislawa Szymborska (De «Gente en el puente» 1986
Versión de Gerardo Beltrán)

«Today I Sing The Blues» – Aretha Franklin

Sólo parte de la historia.

«Cruel Romance» («Жестокий романс», 1984) – Larisa Guzeeva (Лариса Гузеева)

«Una tarde cualquiera»
No hay grandeza en la tarde, ni en la hora
que la tarde me entrega y que he gastado
en buscar algo grande en el entorno
que ahora envuelve mi tiempo. Y después de la música,
y de mucho tabaco, y de dar muchas vueltas
por mi inquieta memoria y por la casa,
he encontrado en un libro algunas fotos
de una tarde tranquila como ésta
en las que estoy fumando en la terraza.
Y al mirar esas fotos todavía recientes
de un momento trivial como éste mismo,
una extraña emoción adorna los objetos
que desde allí me observan, y que voy comparando
con lo que son ahora : las macetas
han cambiado de sitio, ya se han muerto las flores
que crecían entonces, y entre otros detalles
sin ninguna importancia que mi mano mudó
al correr de los días, decubro que es la mano
que sostiene el cigarro y parece la misma
la que más ha cambiado, pues pertenece a un hombre
que soñaba un futuro diferente
para el que hoy lo mira,
y alimenta otros sueños, y comprende
que también pasarán los de este día,
y aún contempla la tarde que se le escapa,
y en ella al fin percibe, durante solo un instante,
esa extraña grandeza
que al pasar pone el tiempo en las cosas pequeñas.

«Una tarde cualquiera» – Vicente Gallego [La plata de los días, 1996]