Ayer, después de casi once horas en la facultad y ante la inminente hora en autobús, decidí ir a la biblioteca y sacarme un libro para el viaje. Me acordé de las veces que salió el nombre de Rayuela en las conversaciones del taller. Ya en la biblioteca, escogí la edición que más me gustó (o lo que es lo mismo, la más antigua de las disponibles). Cual fue mi sorpresa cuando al abrir el libro en casa descubrí una carta de amor.
Parece ser que me he metido en medio de una correspondencia amorosa entre dos jóvenes y entre recogida y recogida la casualidad ha querido que sacara justamente el libro que la chica eligió para dejar su carta.
Una de esas situaciones en las que no sabes muy bien qué hacer con el descubrimiento y que además, por una razón muy extraña, te hace pensar en cosas de las que ya te habías olvidado.
La semana sigue, pero es una lástima que el chico nunca reciba la carta. Aunque lo más sorprendente de la historia es que quizá haya provocado más revuelo en mí del que hubiera podido provocar en él; aunque todavía me queda por saber en qué terminará mi paralelismo particular (de esos que no tienen nada que ver con lo dicho).
Para que luego digan que las bibliotecas son aburridas y el romanticismo ha muerto.
Con las orejas frías.
Love’s the boy stood on the burning deck
truing to recite «The booy stood on
the burning deck.» Love’s the son
stood stammering elocution
while the poor ship in flames went down.
Love’s the obstinate boy, the ship,
even the swimming sailors, who
would like a schoolroom platform, too,
or an excuse to stay
on deck. And love’s the burning boy.
«Casablanca» – Elisabeth Bishop
El amor es el muchacho que estaba en la ardiente cubierta
probando recitar
«el muchacho estaba en la ardiente cubierta».
El amor es el hijo que tartamudea la elocución
mientras el pobre barco en llamas se hundía.
El amor es el obstinado muchacho, el barco,
incluso los marineros nadando,
a los cuales gustaría también un estrado en un aula
o una excusa para estar en cubierta.
Y el amor es el ardiente muchacho.
«Casablanca» – Elisabeth Bishop (Norte & Sur, 2008) Traducción de Sam Abrams y Joan Margarit
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«Circle» – Edie Brickell & New Bohemians (Shooting Rubberbands at the Stars, 1988)
El eclipse está por el otro lado.
Ann Quin
Degollado procede de decollo,
decollo significa yo corto el cuello.
María Estuardo, reina de Escocia,
subió al patíbulo con la camisa adecuada,
una camisa décolleté
de color rojo hemorragia.
En aquel mismo instante,
en una apartada alcoba,
Isabel Tudor, reina de Inglaterra,
estaba en pie vestida de blanco junto a la ventana.
Una groguera almidonada coronaba
su vestido triunfalmente cerrado hasta el mentón.
Ambas pnesaban al unísono:
«Dios, ten piedad de mi.»
«Obro con justicia.»
«Vivir o ser un obstáculo.»
«En determinadas circunstancias la lechuza es la hija del panadero.»
«¿Cuándo acabará esto?»
«Se acabó.»
«¿Qué hago aquí si no hay nada?»
La diferencia en el atuendo -sí, lo sabemos con certeza-.
El detalle
es inalterable.
«Decapitación» – Wislawa Szymborska (¡Qué monada!, 1967)
A dos fobias de distancia.
Sharon Stone y Robert De Niro (El Casino) – Martin Scorsese,1995
«Aquí va -tan cerca de la cita textual como permitía la estupefacción- la historia que contó Schwartz acerca de cómo conoció al senor Russ Hampshire, jefe de VCA Inc., que es lo que Scotty denomina «un pez muy gordo: así de gordo, a ver si me entiendes» en la industria del cine para dultos:
– Pues estoy yo en esa fiesta, yendo por ahí y camelándome a las chicas y al otro lado de la sala veo a Russ Hampshire y Russ me mira a los ojos, a ver si me entiendes, y me dice, ya sabes: «Eh, chaval, ven aquí», así que voy con él y joder, es el puto Russ Hampshire en persona, ya me entiendes, y yo voy para donde él está y Russ se me acerca y dice: «Scotty, te he estado observando. Me gusta tu estilo. A mí se me da bien juzgar a la gente,y, Scotty, tú eres buena gente. Nunca he oído a nadie decir nada malo de ti.» [Recuerden ustedes que es Scotty el que cuenta esta historia. Fíjense en cómo cita textualmente el diálogo de Hampshire. Fíjense en el cambio de timbre y en la reprodución perfectamente oportuna. Fíjense en el hecho de que a Schwartz no se le ocurre ni por un momento que a un ciudadano americano normal le pueda aburrir o repeler el que él se explaye durante un buen rato en los elogios que le ha prodigado otra persona. Schwartz solamente sabe que esa conversación tuvo lugar y que significa que un pez gordo lo aprueba y que redunda en beneficio del crédito de Scotty el que él quiera que lo sepa todo, todo el mundo.] «Chaval, solamente quiero decirte que me caes bien, joder, y que si hay algo que yo pueda hacer, ya sabes, para ayudarte, lo que sea, solo tienes que decírmelo.»
…Fin de la viñeta, y ahora Scotty- igual que Max, igual que Jasmin, igual que Jenna y Randy y Tom y Caressa- mira a todos los presentes y examina las caras de sus oyentes en busca de la admiración que tiene que aparecer por fuerza. ¿Cuál es la reacción socialmente apropiada a una anécdota como esta: una anécdota sin contexto, a cuento de nada, con su propósito arrogantemente carente de sutileza (y sin embargo, algo conmovedor, en última instancia, por su desnuda inseguridad) de hacer que uno admire al que cuenta? Los segundos que siguieron a la misma, con la viñeta suspedida en el aire y la mirada de Scotty palpando las caras de estos enviados especiales como si fueran dedos, fueron los primeros de una infinidad de momentos parecidos a lo largo del fin de semana de los Premios de AVN. ¿Cómo se supone que hay que reaccionar? Fue muy incómodo. Uno de estos enviados especiales optó por un «Uau.Caray». El otro fingió que se le había atragantado una col de Bruselas.»
«Hablemos de langostas» – David Foster Wallace, 2007
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«Letterbomb» – Green Day (American Idiot,2004)
Coincidencias, y no.
«Tal como éramos (Barbara Streisand y Robert Redford)» – Sydney Pollack, 1973
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño:
creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.
Félix Lope de Vega
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«Moon River» – Audrey Hepburn
Seguro que a veces sueñas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
«El herido» – Miguel Hernández (El hombre acecha,1938-39)
Miguel Hernández y su mujer, Josefina Manresa
«Corría sin parar y no podía abrir ninguna de las puertas mientras él le apuntaba con su arma, su rostro lleno de sangre decía palabras sin sentido, y a diferencia de lo que se podría pensar, no estaba nerviosa, sabía que ese momento iba a llegar; le miró a los ojos mientras él avanzaba lentamente; tiró su arma al suelo y cogió la mano de Alba acercándola hacia su frente e introduciéndola en un agujero de bala sangrante, después la oscuridad.
Sudando despertó alterada; no era la primera vez que tenía esa clase de sueños, hacía años cuando comenzó con su odisea personal, las noches las pasaba en vela intentando calmar su conciencia con las frases que había escuchado sobre aquellos a los que la gente llamaba héroes. Habían pasado dos años de aquello y cada día que pasaba era motivo de alegría porque el final estaba más cerca.»
«Libertaria» – Raquel Antón Ruiz (Dissonàncies,2010)
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«Para la libertad» – Joan Manual Serrat (Miguel Hernández, 1972)
Tan tarde que es pronto.
Herman Leonard y Ella Fitzgerald,New York, 1949.
Unas miradas
que se encuentran
en un café desierto,
un lunar
en tu cuello
que es capaz
de volverme loco,
y 20 segundos
para encender un pitillo
dar un trago al vino blanco
y ver cómo llega un tipo
que te besa
con la mitad de ganas
que lo hubiera hecho yo.
«20 segundos» – Pablo Casares (Notas a pie de la vida,2007)
Es el eco,querida.
Cuando la luna es de melón una tajada en la ventana
Y en redor es la calina cerrada la puerta y la casa encantada
Por las azules ramas de glicinas y en la fuente de arcilla hay agua fría
Y la nieve del paño y arde una bujía de cera
Tal que en la niñez, mariposas zumban
La calma, que no oye mi palabra, retumba
Entonces de lo negro de rincones rembrandtianos algo se ovilla de pronto
Y se esconde allí a mano, pero no me estremezco, ni me asusto siquiera…
La soledad en sus redes me hizo prisionera
El gato negro el alma me mira, como ojos centenarios
Y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario.
Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche.
Anna Ajmátova
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«And it stonned me» – Van Morrison (Moondance, 1970)
Todos tenemos algo debajo de la mesilla de noche.
Wislawa Szymborska
Sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta;pero, en cambio, hay bastante papel emborronado por muchos que no lo son.El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estudio del saber, y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan y creen haberla entendido cuando han hecho su análisis. La disección podrá revelar el mecanismo del cuerpo humano; pero los fenómenos del alma, el secreto de la vida, ¿cómo se estudian en un cadáver? No obstante, sobre la poesía se han dado reglas, se han atestado infinidad de volúmenes, se enseña en las universidades, se discute en los círculos literarios y se explica en los ateneos. No te extrañes. Un sabio alemán ha tenido la humorada de reducir a notas y encerrar en las cinco líneas de una pauta el misterioso lenguaje de los ruiseñores. Yo, si he de decir la verdad, todavía ignoro qué es lo que voy a hacer; así es que no puedo anunciártelo anticipadamente.
Sólo te diré, para tranquilizarte, que no te inundaré en ese diluvio de términos que pudiéramos llamar facultativos, ni te citaré autores que no conozco, ni sentencias en idiomas que ninguno de los dos entendemos.Antes de ahora te lo he dicho.Yo nada sé, nada he estudiado; he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.
Herejías históricas, filosóficas y literarias, presiento que voy a decirte muchas. No importa. Yo no pretendo enseñar a nadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se me declare de texto.
Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo, quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber que, si nos equivocamos, nos equivocamos los dos; lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.
(…)
Todo el mundo siente. Sólo a algunos seres les es dado el guardar como un tesoro la memoria viva de lo que han sentido. Yo creo que éstos son los poetas. Es más: creo que únicamente por esto lo son. Efectivamente, es más grande, es más hermoso,
figurarse el genio ebrio de sensaciones y de inspiración, trazando a grandes rasgos, temblorosa la mano con la ira, llenos aún los ojos de lágrimas o profundamente conmovidos por la piedad esas tiradas de poesía que más tarde son la admiración del mundo; pero, ¿qué quieres?, no siempre la verdad es lo más sublime.
(…)
Un escritor francés ha dicho, juzgando a un músico ya célebre, el autor de Tannhauser: Es un hombre de talento, que hace todo lo posible por disimularlo,
pero que a veces no lo puede conseguir y, a su pesar, lo demuestra.
«Cartas literarias a una mujer» – Gustavo Adolfo Bécquer (1860-1861)
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«Sittin’ on the dock of the bay» – Otis Redding( The dock of the bay,1967)










