No hay locura

André Kertesz (1978)

Planearon un invierno juntos
como simple complot
en contra del sol.
Dibujaron filigranas
en trozos de papel
y en servilletas de cafetería
con nombres de calles verdaderas
para afianzar el engaño.
Hicieron una lista mental
del otro
en el que no cabía más
que el propio deseo
de no equivocarse.
Tacharon obsesivamente
cada punto por resolver
cada color favorito clandestino,
cada nombre
y cada lugar de uña rota.

Aquel fue un verano cálido
y un esquema tan perfecto
que se colapsa
al derramarse el café.

«Dos»

Aproximación al deshielo.

Pigeon, man, brick and tree – André Kertész, 1977

¿Cómo?
Fijamos la coma en el mismo bolsillo
en el que guardo el olfato, la memoria
y los ojos que echo de menos
cuando el espejo no responde.
También debo recuperar su espalda,
el perro a los pies, casi triste
y la sensación de que me falta algo
para completar la imagen.
Es un acertijo hecho de mis
barbas y talones pasados,
un toque repetido en el estómago,
line descontinua que cruza mi frente.
Las fobias todavía están por definir,
aunque ya sé que como los pulpos
tienen tres corazones intercambiables
dependiendo de si cae viernes o trece.

¿Dónde?
Eso puede que te lo deje a ti,
al fin y al cabo siempre nos llaman
las plazas de los bosques y las orillas
de las ciudades sin oxigeno libre
que por la noche me invento en el mapa
desplegado en el borde de mi colchón.

(Antes de parpadear ten en cuenta
que desde ayer funciono con lo que olvido
y procuro cabmbiar de género por costumbre
como simple cuestión de perspectiva.)

¿Cuándo?
Podemos darle la vuelta al reloj
y marcar treinta vueltas desde ahora,
restar seis semanas de los principios
por sequedad ignorante de la pupila
y dar el color de la sangre por relativo
mezclando H, N y O sin medida.

Hecho el esquema, absorbo
al hombre-ancla de la mesa de al lado.
¿Sabes? Aún queda tiempo,
varios días hasta el deshielo
no abandones,
                     formula mejor la pregunta.

«Aproximación al deshielo» – Anastasia K.

No te gires, absorbe.

 «Untitled» – Estate of André Kertész (Stephen Bulger Gallery)

There were never strawberries
like the ones we had
that sultry afternoon
sitting on the step
of the open french window
facing each other
your knees held in mine
the blue plates in our laps
the strawberries glistening
in the hot sunlight
we dipped them in sugar
looking at each other
not hurrying the feast
for one to come
the empty plates
laid on the stone together
with the two forks crossed
and I bent towards you
sweet in that air
in my arms
abandoned like a child
from your eager mouth
the taste of strawberries
in my memory
lean back again
let me love you
let the sun beat
on our forgetfulness
one hour of all
the heat intense
and summer lightning
on the Kilpatrick hills
let the storm wash the plates.
 «Strawberries» – Edwin Morgan

La (in)utilidad de los pies para pensar.

«Broken bench, September,20, 1962 New York» – André Kertész, 1962

El modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere.(…)Sin duda, nada más natural hoy día que ver a las gentes trabajar de la mañana a la noche y en seguida elegir, entre el café, el juego y la charla, el modo de perder el tiempo que les queda por vivir. Pero hay ciudades y países donde las gentes tienen, de cuando en cuando, la sospecha de que existe otra cosa. En general, esto no hace cambiar sus vidas, pero al menos han tenido la sospecha y eso es su ganancia. Orán, por el contrario, es en apariencia una ciudad sin ninguna sospecha, es decir, una ciudad enteramente moderna. Por lo tanto, no es necesario especificar la manera de amar que se estila. Los hombres y las mujeres o bien se devoran ràpidamente en eso que se llama el acto del amor, o bien se crean el compromiso de una larga costumbre a dúo. Entre estos dos extremos no hay término medio. Eso tampoco es original. En Orán, como en otras partes, por falta de tiempo y reflexión, se ve uno obligado a amar sin darse cuenta.
«La peste» – Albert Camus,1947

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«The seeker» – The Who (Meaty, Beaty, Big and Bouncy, 1971)