Puede que lleguemos a tiempo.


Janis Joplin at the Newport Folk Festival,1969. Diana Davies

«Me And Bobby McGee» – Janis Joplin (Pearl,1970)

«Rhapsody On A Windy Night»
Twelve o’clock.
Along the reaches of the street
Held in a lunar synthesis,
Whispering lunar incantations
Disolve the floors of memory
And all its clear relations,
Its divisions and precisions,
Every street lamp that I pass
Beats like a fatalistic drum,
And through the spaces of the dark
Midnight shakes the memory
As a madman shakes a dead geranium.

Half-past one,
The street lamp sputtered,
The street lamp muttered,
The street lamp said,
«Regard that woman
Who hesitates toward you in the light of the door
Which opens on her like a grin.
You see the border of her dress
Is torn and stained with sand,
And you see the corner of her eye
Twists like a crooked pin.»

The memory throws up high and dry
A crowd of twisted things;
A twisted branch upon the beach
Eaten smooth, and polished
As if the world gave up
The secret of its skeleton,
Stiff and white.
A broken spring in a factory yard,
Rust that clings to the form that the strength has left
Hard and curled and ready to snap.

Half-past two,
The street-lamp said,
«Remark the cat which flattens itself in the gutter,
Slips out its tongue
And devours a morsel of rancid butter.»
So the hand of the child, automatic,
Slipped out and pocketed a toy that was running along
the quay.
I could see nothing behind that child’s eye.
I have seen eyes in the street
Trying to peer through lighted shutters,
And a crab one afternoon in a pool,
An old crab with barnacles on his back,
Gripped the end of a stick which I held him.

Half-past three,
The lamp sputtered,
The lamp muttered in the dark.

The lamp hummed:
«Regard the moon,
La lune ne garde aucune rancune,
She winks a feeble eye,
She smiles into corners.
She smooths the hair of the grass.
The moon has lost her memory.
A washed-out smallpox cracks her face,
Her hand twists a paper rose,
That smells of dust and old Cologne,
She is alone With all the old nocturnal smells
That cross and cross across her brain.
The reminiscence comes
Of sunless dry geraniums
And dust in crevices,
Smells of chestnuts in the streets
And female smells in shuttered rooms
And cigarettes in corridors
And cocktail smells in bars.»

The lamp said,
«Four o’clock,
Here is the number on the door.
Memory!
You have the key,
The little lamp spreads a ring on the stair,
Mount.
The bed is open; the tooth-brush hangs on the wall,
Put your shoes at the door, sleep, prepare for life.»

The last twist of the knife.
«Rhapsody On A Windy Night» – T.S.Eliot(Prufrock and Other Observations,1917)

«Rapsodia a una noche de viento»
Las doce.
A lo largo de los cauces de la calle
sostenidos en síntesis lunar,
susurrando encantamientos lunares,
se disuelven los suelos de la memoria
y todas sus claras relaciones,
sus divisiones y precisiones,
cada farol que dejo atrás
resuena como un tambor fatalista,
y a través de los espacios de lo oscuro
la medianoche sacude la memoria
como un loco agitando un geranio muerto.
La una y media,
el farol rociaba,
el farol mascullaba,
el farol decía: «Observa a esa mujer
que vacila hacia ti en la luz de la puerta
que se abre hacia ella como una mueca.
Ves que el borde de su vestido
está desgarrado y sucio de arena,
y ves que el rabillo del ojo
se le retuerce como un alfiler torcido».
La memoria arroja y deja en seco
una multitud de cosas retorcidas;
una rama retorcida en la playa,
devorada, lisa, y pulida
como si el mundo rindiera
el secreto de su esqueleto,
rígido y blanco.
Un muelle roto en el solar de una fábrica,
óxido que se agarra a la forma que la fuerza ha dejado
dura y enroscada y dispuesta a dispararse.
Las dos y media.
El farol dijo:
«Observa al gato que se aplana en el arroyo,
saca la lengua furtiva
y devora un bocado de manteca rancia».
Así la mano del niño, automática,
salió furtiva y se embolsó un juguete que corría por el
muelle.
No vi nada tras los ojos de ese niño.
He visto ojos en la calle
tratando de escudriñar a través de postigos con luz,
y un cangrejo una tarde en un charco,
un viejo cangrejo con lapas en la espalda,
agarró el extremo de un palo que le tendí.
Las tres y media,
el farol espurreaba,
el farol mascullaba en lo oscuro.
El farol canturreaba:
«Observa la luna,
la lune ne garde aucune rancune,
guiña un débil ojo,
sonríe a los rincones.
Alisa el pelo de la hierba.
La luna ha perdido la memoria.
Una desvaída viruela le agrieta la cara,
su mano retuerce una rosa de papel,
que huele a polvo y agua de colonia.
Está sola
con todos los viejos olores nocturnos
que cruzan y cruzan por su cerebro».
Viene la reminiscencia
de secos geranios sin sol
y polvo en grietas,
olores de castañas en las calles,
y olores femeninos en cuartos de ventanas cerradas,
y cigarrillos en pasillos
y olores de cócteles en bares.
El farol dijo:
«Las cuatro.
Aquí está el número en la puerta.
¡Memoria!
Tienes la llave,
la lamparilla extiende un círculo en la escalera, sube.
La cama está abierta: el cepillo de dientes cuelga en la pared,
deja los zapatos a la puerta, duerme, prepárate para la vida.»
El último retorcimiento del cuchillo.
«Rapsodia a una noche de viento» – T.S.Eliot(Prufrock y otras observaciones,1917)

Reincidencias



Charlie Chaplin (1889-1977)

t’s nine o’clock on a saturday,the regular crowd shuffles in.There’s an old man sitting next to me,makin’ love to his tonic and gin.He says, «Son, can you play me a memory? I’m not really sure how it goes,but it’s sad and it’s sweet and I knew it complete when I wore a younger man’s clothes.»Sing us a song, you’re the piano man,sing us a song tonight.Well, we’re all in the mood for a melody and you’ve got us feelin’ alright.Now john at the bar is a friend of mine.He gets me my drinks for free and he’s quick with a joke or to light up your smoke but there’s someplace that he’d rather be.He says, «Bill, I believe this is killing me,as the smile ran away from his face.Well I’m sure that I could be a movie star if I could get out of this place.» Now Paul is a real estate novelist,who never had time for a wife and he’s talkin’ with Davy who’s still in the navy and probably will be for life.And the waitress is practicing politics as the businessmen slowly get stoned.Yes, they’re sharing a drink they call loneliness but it’s better than drinkin’ alone.Sing us a song, you’re the piano man,sing us a song tonight.Well, we’re all in the mood for a melody and you’ve got us feelin’ alright.It’s a pretty good crowd for a saturday and the manager gives me a smile’cause he knows that it’s me they’ve been comin’ to see to forget about life for a while.And the piano, it sounds like a carnival and the microphone smells like a beer and they sit at the bar and put bread in my jar and say, man, what are you doin’ here?

«Piano Man» – Billy Joel (Piano Man,1973)

El día repetido.

No siempre conviene quitarnos la máscara aunque el carnaval haya terminado. No por lo que puedan ver los demás, sino por lo que podamos ver nosotros sin la máscara tapándonos parte del escenario.


Goldie Hawn,(«Rowana & Martin’ Laugh – in»),1960


«Los formales y el frío»

Quién iba a prever que el amor, ese informal
se dedicara a ellos tan formales
mientras almorzaban por primera vez,
ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes.
Su sonrisa, la de ella,
era como un augurio o una fábula.
Su mirada, la de él, tomaba nota
de cómo eran sus ojos, los de ella,
pero sus palabras, las de él,
no se enteraban de esa dulce encuesta.
Como siempre o como casi siempre
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal,
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias,
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos,
fue preciso meterse en un boliche
y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia.
Extra seca y sin hielo por favor.
Cuando llegaron a su casa, la de ella,
ya el frío estaba en sus labios, los de él,
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos.
Una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio.
Como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre.
Él probó: sólo faltaba que me quede a dormir
y ella probó: porqué no te quedás
y él: no me lo digas dos veces
y ella: bueno porqué no te quedás.
De manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos, los de ella.
Después ella besó sus labios, los de él,
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.

«Los formales y el frío» – Mario Benedetti ( Poemas de otros, 1973-1974)

«Wish you were here» – Pink Floyd ( Wish you were here, 1975)

Palabras olvidadas.

El
frío
es
lo
que
queda
de las
noches
en blanco


«Annie Hall» – Woody Allen,1977 (Woody Allen y Diane Keaton)

«Nada es lo mismo»
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.

¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?

No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:

Nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

«Nada es lo mismo» – Ángel González (Grado Elemental, 1962)

Setenta.

Mañana cumpliría 70 años, muy pocos teniendo en cuenta que no llegó a celebrar su 57 cumpleaños. Él sin embargo, siempre decía que no pensaba que pasaría de los 40 así que cuando lo hizo,sonreía diciendo que ya se consideraba longevo. Conociendo tan sólo una pequeña parte de su vida, no me extraña que tuviera esa capacidad para reirse del destino.


Joseph Brodsky (1940 – 1996)

«Intervención en la Sorbona»

Conviene, en todo caso, estudiar filosofía
después de los cincuenta. Y más, si cabe, edificar
modelos de una sociedad. Antes debemos
aprender a cocinar un caldo y a freír, no digo ya a pescar,
pescado, hacer un café como es debido.
De lo contrario, las leyes éticas
huelen a cinturón paterno o bien a traducción
del alemán. Hay que aprender primero
a perder las cosas, más que a adquirirlas,
odiarse más que a un tirano,
apartar años enteros la mitad de tu exigua paga
para la habitación, y luego razonar
sobre la victoria final de la justicia. Que llega siempre
con retraso, por lo menos al cabo de un cuarto de siglo.
Conviene estudiar la obra de un filósofo por el tamiz
de la experiencia, con gafas (que de hecho es lo mismo),
cuando las letras se derriten, o cuando una señora
en cueros sobre una sábana arrugada de nuevo
os parece una foto o la reproducción
del cuadro de un pintor. El verdadero amor
a la sabiduría no pide ser correspondido
y desemboca no en boda
a modo de ladrillo editado en Göttingen,
sino en una imposible actitud hacia uno mismo,
en el color de la vergüenza, a veces, en una elegía.
(Suena el tranvía en algún lugar, los ojos se te pegan,
regresan entre coplas los soldados del burdel,
llueve y es lo único que os recuerda a Hegel).
La verdad es que la verdad
no existe. Más ello no os libra
de toda responsabilidad, sino justo al revés.
La ética no es más que el mismo vacío que llena,
constantemente casi, la conducta humana;
no es más, si les parece, que el propio cosmos.
Los dioses no aman la bondad por su cara bonita,
sino porque, de no existir el bien, ellos no existirían.
Así que, a su vez, también los dioses llenan el vacío.
Y con afán tal vez aún más sistemático
que el nuestro, pues con nosotros más vale
no contar. Aunque somos mucho más
de lo que nunca fuimos, y no estamos en Grecia:
nos pierden las nubes bajas, y la lluvia, como ya se ha dicho.
Hay que estudiar filosofía cuando ésta
no nos hace falta. Cuando adivináis ya
que los asientos de vuestro comedor y la Vía Láctea
están relacionados de modo más estrecho
que los efectos y las causas, más que vosotros mismos
con vuestros familiares. Que sillas y estrellas
tienen en común su cualidad de insensibles, su inhumanidad.
¡Y eso es algo que une con más fuerza que la propia sangre,
Y que cópula alguna! Naturalmente, no es bueno
pretender asemejarse a las cosas. Pero, por otra parte,
Cuando enfermáis no tenéis por qué curaros, tampoco temblar
por cómo os veáis. Esto es lo que la gente sabe
después de los cincuenta. Y es la razón por la que,
al verse en el espejo, mezcla metafísica y estética.

«Intervención en Sorbona» – Joseph Brodsky -Traducido por Ricardo Sanz Vicente

Volver a aprender.

Esta mañana en el trabjo, les dimos a los niños una bolsa de chucherías como regalo de fin de curso en la escuela de tenis. Cuando se lo di a Paula, me dijo :»Mi tia me debía unos zapatos desde mi cumple y me los va a dar esta tarde y ahora también tengo chuches. ¿Y sabes que? En casa también tengo una piruleta.» Se quedó pensando un rato, me miró y muy seria me dijo : » Creo que hoy es mi dia de suerte.»
Me di cuenta de que con los años, perdemos la habilidad para aceptar la suerte con esa sencillez, le damos demasiada importancia, y cuando algo nos sale mal, le echamos la culpa a nuestra «mala suerte», que es lo mas sencillo y nos evita el mal trago de llegar a la conclusión de que nosotros mismos tenemos la culpa o , lo que es aún más frecuente, nadie la tiene. Si simplemente mantuvieramos esa capacidad de considerar suerte a cualquier guiño del destino, los fracasos seguramente no nos sabrían tan amargos mientras que una piruleta podría llegar a ser el símbolo de un verdadero triunfo.Mientras tanto…
Bonne Chance.


«La infancia de Iván» («Ivanovo detstvo»[«Иваново детствo»],1962) – Andréi Tarkovski (Андрей Тарковский )

«Collige, virgo , rosas.»
Estás ya con quien quieres. Ríete y goza. Ama.
Y enciéndete en la noche que ahora empieza,
y entre tantos amigos (y conmigo)
abre los grandes ojos a la vida
con la avidez preciosa de tus años.
La noche, larga, ha de acabar al alba,
y vendrán escuadrones de espías con la luz,
se borrarán los astros, y también el recuerdo,
y la alegría acabará en su nada.

Más, aunque así suceda, enciéndete en la noche,
pues detrás del olvido puede que ella renazca,
y la recobres pura, y aumentada en belleza,
si en ella, por azar, que ya será elección,
sellas la vida en lo mejor que tuvo,
cuando la noche humana se acabe ya del todo,
y venga esa otra luz, rencorosa y extraña,
que antes que tú conozcas, yo ya habré conocido.

«Collige,virgo,rosas» – Francisco Brines ( El otoño de las rosas, 1986)

«>

«Day too soon» – Sia ( Some people have real problems, 2008)

Sin más y con algo de menos.

Quizá sea un buen momento para reconstruir puentes, borrar correos y vender las camas o quizá simplemente para no hacer nada, aunque eso ya sería un comienzo.


William Carlos Williams

«To Have Done Nothing»

No that is not it
nothing that I have done
nothing
I have done

is made up of
nothing
and the dipthong

ae

together with
the first person
singular
indicative

of the auxiliary
verb
to have

everything
I have done
is the same

if to do
is capable
of an
infinity of
combinations

involving the
moral
physical
and religious

codes

for everything
and nothing
are synonymous
when

energy in vacuo
has the power
of confusion

which only to
have done nothing
can make
perfect

«To Have Done Nothing» – William Carlos Williams (Spring And All, 1923)

A tientas.


Audrey Hepburn – The Nun Story (Leo Fuchs , 1958)

«Posibilidades»
Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

«Posibilidades» – Wislawa Szymborska (De «Gente en el puente» 1986
Versión de Gerardo Beltrán)

«Today I Sing The Blues» – Aretha Franklin

Ni tanto, ni tan poco.

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«Hold On» – Tom Waits

«El Prólogo»
EL prólogo es, a un tiempo, lo primero y lo último de todo libro. Tiende a explicar el objetivo de la obra, o bien a justificarla y a responder a la crítica. Pero el propósito moral y las diatribas periodísticas suelen tener sin cuidado a los lectores. De ahí que no lean los prólogos. Y es una lástima que así suceda, máxime en nuestro país. Nuestro público es aún tan joven e ingenuo, que no comprende la fábula si no encuentra el final de la moraleja. No adivina la broma ni percibe la ironía; está, sencillamente, mal educado. Ignora todavía que en una sociedad correcta y en un libro correcto no caben inventivas desembozadas; que la cultura moderna ha ideado un arma más punzante, casi invisible, aunque no por ello menos mortífera, que,amparándose en el ropaje de la adulación, asesta un golpe certero y fatal. Nuestro público se parece al provinciano que, oyendo una conversación entre dos diplomáticos, pertenecientes a dos cortes hostiles, quedara convencido de que ambos engañaban a sus gobiernos en aras de una amistad mutua y tiernísima.
(…)
Disculpadme: se han venido sirviendo a las gentes demasiadas golosinas; por eso tienen estropeados los estómagos: se precisan medicamentos amargos,verdades acerbas. Sin embargo, no se os ocurra pensar, después de eso, que el autor de este libro ha tenido alguna vez la fatua pretensión de corregir los vicios humanos. ¡Dios le libre de tamaña ignorancia! Sencillamente, le divierte describir al hombre contemporáneo, tal como le entiende, y al cual, para su desgracia y la vuestra, ha encontrado
con demasiada frecuencia. Ya es de por sí suficiente haber indicado la enfermedad; pero cómo curarla,¡eso Dios lo sabe!

«Un heroe de nuestro tiempo» («Geroi nashego vremeni» – 1839-1840) – Mijaíl Yúrievich Lérmontov (Михаил Юрьевич Лермонтов)

Sólo parte de la historia.

«Cruel Romance» («Жестокий романс», 1984) – Larisa Guzeeva (Лариса Гузеева)

«Una tarde cualquiera»
No hay grandeza en la tarde, ni en la hora
que la tarde me entrega y que he gastado
en buscar algo grande en el entorno
que ahora envuelve mi tiempo. Y después de la música,
y de mucho tabaco, y de dar muchas vueltas
por mi inquieta memoria y por la casa,
he encontrado en un libro algunas fotos
de una tarde tranquila como ésta
en las que estoy fumando en la terraza.
Y al mirar esas fotos todavía recientes
de un momento trivial como éste mismo,
una extraña emoción adorna los objetos
que desde allí me observan, y que voy comparando
con lo que son ahora : las macetas
han cambiado de sitio, ya se han muerto las flores
que crecían entonces, y entre otros detalles
sin ninguna importancia que mi mano mudó
al correr de los días, decubro que es la mano
que sostiene el cigarro y parece la misma
la que más ha cambiado, pues pertenece a un hombre
que soñaba un futuro diferente
para el que hoy lo mira,
y alimenta otros sueños, y comprende
que también pasarán los de este día,
y aún contempla la tarde que se le escapa,
y en ella al fin percibe, durante solo un instante,
esa extraña grandeza
que al pasar pone el tiempo en las cosas pequeñas.

«Una tarde cualquiera» – Vicente Gallego [La plata de los días, 1996]