«El pensamiento – para darle un nombre más noble del que merecía – había hundido su caña en el río. Oscilaba, minuto tras minuto, de aquí para allá, entre los reflejos y las hierbas, subiendo y bajando con el agua, hasta – ya conocéis el pequeño tirón – la súbita conglomeración de una idea en la punta de la caña; y luego el prudente tirar de ella y el tenderla cuidadosamente en la hierba. Pero, tendido en la hierba, qué pequeño, qué insignificante parecía ese pensamiento mío; la clase de pez que un buen pescador vuelve a meter en el agua para que engorde y algún día valga la pena cocinarlo y comerlo. No os molestaré ahora con este pensamiento , aunque, si observáis con cuidado, quizá lo descubráis vosotras mismas entre todo lo que voy a decir.
Pero, por pequeño que fuera, no dejaba de tener la misteriosa propiedad característica de su especie : devuelto a la mente, en seguida se volvió muy emocionante e importante; y al brincar y caer, y chispear de un lado a otro, levantaba tales remolinos y tal tumulto de ideas que era imposible permanecer sentado. «
«Una habitación propia» ( A room of one’s own) – Virginia Woolf, 1929



A petición abrumadora del público, podrías publicar una entrada dedicada al petrel. Pero ponlo en ruso, que sonaba mejor.
🙂
jajaja si me lo dices tú, haré lo que sea vamos 🙂 y tú actualiza más tu blog así se me hacen más cortos los aburridos días del verano que tengo por delante 😉